Hoy el domingo ha amanecido fresquito y con bastante aire, presagiando que
ya los días de calor han llegado a su fin y que tenemos que irnos preparando
poco a poco para afrontar la “temporada invernal” de lluvias y frío.
Aún así, en la Plaza Mayor a la hora habitual nos hemos juntado un quinteto
compuesto por Eltiolavara, Perejil, Horacio, Jorge y Rafa por parte del Club,
además de Mónica, Nacho (que repetía experiencia después de debutar el domingo
pasado) y Augusto, un amigo de Nacho que se ha animado a probar con nosotros.
Y allí en la Plaza decidimos hacer un recorrido hacia Entrepinos, donde
hacía bastante que no recorríamos los senderos de la zona, por lo que con ese
objetivo abandonamos el pueblo por el antiguo camino de San Martín de
Valdeiglesias a Villa del Prado, con ritmo tranquilo ya que Perejil “se
atraganta” con el terreno empinado.
Poquito a poco realizamos los cinco kilómetros de la subida para
reagruparnos al solecito en el alto en la ladera del cerro de Santa Lucía
mientras esperábamos a Perejil para una vez que llegó continuar con dirección
hacia la Cañada de Talavera.
Cruzamos la cañada y continuamos por el cortafuegos y a continuación por el
camino de la Fuenfría hasta llegar a la carretera M-541, donde cruzamos la
carretera para continuar por el camino unos metros hasta desviarnos a la
izquierda para dirigirnos al Alto de Castillejos.
Desde allí continuamos por unos senderos entre los pinos que nos condujeron
hasta el camino de Maroñones, al que nos incorporamos para llegar hasta la
carretera N-403, cruzando la misma para dirigirnos hacia una trialera que hacía
mucho tiempo que no bajábamos y que nos llevó hasta la vía pecuaria del
Boquerón.
Una vez en la vía pecuaria, “enfilamos” hacia abajo y rodando a buen ritmo
“a favor del terreno” llegamos hasta la urbanización “El Mirador de Cadalso”
junto a la carretera M-542, donde cruzamos la misma para incorporarnos al
camino que transcurre en paralelo al arroyo de Tórtolas y por el que llegamos
hasta el comienzo de la subida hacia Entrepinos.
Afrontamos entonces ese intenso “poco más de un kilómetro” zigzagueante y
técnico donde algunos tuvieron ocasión de practicar el senderismo haciendo algo
de “empuja-bike”.
Nos reagrupamos al llegar arriba a la urbanización, y tomamos un caminito
que va por la ladera del “Alardero” hasta que se terminó, teniendo todos ahora
sí que hacer “empuja bike” durante unos veinte metros hasta poder “cabalgar” de
nuevo y enlazar con otro camino.
Descendimos por el camino y enseguida nos dimos cuenta de que “la habíamos
jodido”, ya que no nos iba a quedar otra opción que subir un cuestón tremendo
por la ladera del Alto Voldergado donde tuvimos que hacer frente a un rampón
del 22% con grietas y piedra suelta que ni siquiera Horacio con su “burra
motorizada” pudo subir, con lo que de nuevo tocó hacer otros pocos metros de “empuja
bike”.
Por fin llegamos al “sendero correcto” que va recorriendo toda la parte de
arriba del cerro, haciendo una paradita para la fotito de grupo de la jornada y
a continuación bajando entre los matorrales hasta la carretera M-542, cruzando
la misma y el arroyo Tórtolas para enlazar después con el GR-10 y poner rumbo
hacia San Martín de Valdeiglesias.
Rodando deprisa “nos plantamos” enseguida en San Martín, parando en el
parque junto a la antigua estación del tren para reponer agua antes de
continuar por el GR-10 hacia Pelayos, donde con un ritmo infernal de casi 40
km/hora nos plantamos enseguida en la gasolinera de Pelayos junto a la M-501.
Atravesamos la carretera y bordeamos la nueva estación de tratamiento de
aguas de Pelayos para después pasar bajo la M-501 por un tubo y rodar en paralelo
a la misma bordeando a continuación el cerro del Cubo para enlazar con el
comienzo de la vía verde de Picadas.
Y fue de nuevo “tocar el llano” y de nuevo poner un ritmo “a tope”,
descolgándose del grupo Perejil, Horacio y Rafa, que preferían tomárselo con
más calma en vez de pegarse “un buen calentón”.
Nos reagrupamos todos en el alto tras pasar sobre el muro de la presa y
realizar el ascenso por la carretera para desde allí descender por la carretera
hasta desviarnos a la derecha para tomar el camino que va por detrás del
Safari-Park hasta llegar a la carretera M-507, donde cruzamos la misma para
incorporarnos al antiguo trazado del ferrocarril Madrid-Almorox y regresar al
pueblo.
Tras una bonita ruta de unos 63 kilómetros estábamos de regreso en el
pueblo, aunque en esta ocasión nos hemos “pasado de hora” y hemos llegado cerca
de las dos de la tarde, lo que nos ha dejado sin poder tomarnos unas cervecitas
a la salud de Eltiolavara que nos había prometido por su reciente cumpleaños,
así que habrá que tomar nota y el próximo domingo hacer una ruta más cortita.
De nuevo Nacho y su amigo Augusto han quedado encantados con la ruta, así
que esperamos verlos de nuevo disfrutar con nosotros en futuras ocasiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario