Tras el domingo pasado en el que habíamos disfrutado
de una temperatura espectacular, hoy nos hemos despertado con una mañana fría y
ventosa, solo “apta para valientes”, juntándonos en la Plaza Mayor un grupo
compuesto por Eltiolavara, Horacio, David, Alberto, Nachete, Rafa y Rober.
En esta ocasión si que era necesario entrar pronto en
calor, para lo que abandonamos el pueblo tirando p’al monte por el antiguo
camino de Villa del Prado a San Martín de Valdeiglesias, por el que ascendimos
unos siete kilómetros hasta llegar a la Cañada de Talavera, la cual atravesamos
para continuar con dirección a San Martín de Valdeiglesias por el camino de la
Fuenfría.
Nos desviamos posteriormente a la izquierda para
internarnos en la finca de La Granjilla, por la que realizamos un divertido
descenso hasta la carretera M-541 y continuamos por un camino casi perdido
entre los pinos por el que volvimos a salir al camino de la Fuenfría.
Entonces nos “despistamos” un poco y unos nos
dividimos en dos grupos, teniendo que llamarnos por teléfono para volver a
encontrarnos en las cercanías de la carretera N-403, donde paramos unos minutos
para hacer la “parada barrita” de la jornada.
Reanudamos la marcha y cruzamos la carretera N-403
para ascender unos metros por el camino de Levante de San Martín de Valdeiglesias
y desviarnos posteriormente a la izquierda para dirigirnos hacia una trialera
que hacía tiempo que no tomábamos y por la que descendimos hasta la vía pecuaria
del Boquerón.
Como Nachete nos había prometido unas cervecitas al
terminar la ruta con motivo de su cumpleaños, pusimos ya rumbo de regreso al
pueblo ascendiendo por la vía pecuaria del Boquerón hasta la carretera M-541,
atravesando la misma para dirigirnos hacia la Cañada de
Talavera.
Nos desviamos posteriormente a la derecha para descender por un par de
cortafuegos por el cerro de Pino Águila y el cerro Otanejo y enlazar
posteriormente con el antiguo camino de Villa del Prado a San Martín de
Valdeiglesias, donde como casi siempre hacemos cuando volvemos por ese
camino, antes de afrontar el descenso final nos desviamos a la izquierda para
tomar el camino que “faldea” el cerro Lucía hasta enlazar con el camino de
Pelayos y desviarnos más adelante a la derecha para tomar el divertido sendero
que pasando por detrás del depósito del agua nos llevó de regreso a Villa del
Prado.
En esta ocasión nos ha salido una ruta de unos 34 kilómetros en la que como
es habitual hemos sobrepasado los mil metros de desnivel acumulado, lo que nos
ha venido bien para combatir el frío que nos ha acompañado durante toda la
mañana.
Y aunque algunos no han podido quedarse, unos pocos nos hemos tomado al
final de la ruta las prometidas cervecitas a la salud de Nachete brindando por
que cumpla muchos más.
¡¡MUCHAS FELICIDADES, NACHETE!!