Última rutita del año y en la Plaza Mayor a nuestra
hora habitual nos hemos reunido un quinteto compuesto por Eltiolavara, Perejil,
Senderitos, Alberto y Rafa, uniéndose a nosotros Mónica en una jornada más en
la que nuestro “objetivo” era estar prontito de vuelta para poder tomarnos unas
cervecitas brindando por el nuevo año.
Aunque había helado pero no mucho, se notaba fresquito
y por lo tanto había que tratar de entrar en calor rápidamente, siendo por tanto
lo mejor “tirar p’arriba” y con las cuestas empezar a sudar.
Por variar, en esta ocasión decidimos subir por el camino
de Pelayos, así que tras esperar unos minutillos por si se animaba alguno más
echamos a andar y nos dirigimos hacia el norte para tras pasar junto a las
instalaciones de la piscina municipal girar a la derecha para dirigirnos hacia
el camino de Pelayos.
Y al inicio del camino fue la única vez que vimos a Mónica
durante toda la subida, ya que salió “como un cohete” cuesta arriba mientras el
resto bastante teníamos con subir tranquilitos a nuestro ritmo, sobre todo Senderitos,
que hacía casi un mes que no montaba en bici.
Cada uno hicimos la subida a nuestro ritmito hasta reagruparnos
todos al llegar al alto en la ladera del Cerro Rojo, desde donde continuamos
ascendiendo por el camino que recorre la ladera del cerro del mismo hasta desviarnos
a la derecha y realizar un rápido descenso entre los pinos que nos condujo
hasta la Cañada de Talavera, donde giramos a la izquierda para continuar
ascendiendo unos metros hasta llegar al comienzo del camino de la Fuenfría,
donde íbamos a comenzar a ganarnos las cervecitas con la subida a el Alto de la
Mira por el cortafuegos.
Y de nuevo con Mónica en cabeza del grupo, comenzamos
con las primeras rampas, donde a los pocos metros Perejil y Senderitos “pusieron
pie a tierra”, mientras que Eltiolavara, Alberto y Rafa continuaban sobre las
burras realizando los seiscientos metros de la primera parte de la subida sin
problemas.
Llegó la hora de afrontar la parte “tela marinera” con
su 20% continuo durante quinientos metros que también hizo bajarse de la burra
durante unos metros a Eltiolavara y Alberto, siendo únicamente Mónica y Rafa los
únicos que pudieron subirlo todo sin echar pie a tierra, aunque no sin casi “poner
la caldera a reventar”.
Ya en la cima nos dimos unos minutillos de relax para
reponer fuerzas y de paso hacernos algunas fotitos antes de comenzar el
descenso por el camino que transcurre por la “cara norte” para después desviarnos
hacia un sendero que hacía años que no recorríamos ya que se encontraba en muy
mal estado y con el que nos llevamos la sorpresa de que con su paso las motos
lo habían “arreglado” y se encontraba espectacular, realizando por él un
descenso muy divertido zigzagueando entre los pinos hasta salir a un camino por
el que continuamos descendiendo hasta llegar a la carretera M-541.
Cruzamos la carretera y continuamos “sendereando”
entre los pinos por la zona de “La Corcobada” y “La Cancha”, haciendo una
paradita para hacernos una fotito al sol junto a la fuente de La Cancha antes
de comenzar a ascender de nuevo hasta llegar al camino de la Fuenfría, donde
casi en el alto nos desviamos a la izquierda para dirigirnos hacia un mirador
desde el que se tienen unas vistas impresionantes de toda la zona de San Martín
de Valdeiglesias y Pelayos, y que igualmente hacía mucho tiempo que no
visitábamos.
De nuevo tras unos minutillos de relax contemplando y
comentando el paisaje, volvimos sobre nuestras rodadas para incorporarnos de nuevo
al camino de la Fuenfría, por el que llegamos a la carretera M-541.
Atravesamos la carretera y continuamos por el camino
de la Fuenfría hasta llegar a la Cañada de Talavera, cruzando la misma para
proseguir hacia Villa del Prado por el antiguo camino de San Martín.
Antes de comenzar el descenso final hasta el pueblo
nos desviamos a la izquierda para tomar el camino que recorre la ladera del
cerro Lucía pasando por una explotación ganadera abandonada y enlazar a
continuación con el antiguo camino de Villa del Prado a Pelayos de la Presa,
recorriendo unos metros por el mismo hasta desviarnos a la derecha y tomar como
es habitual el divertido senderito que lleva hasta detrás del depósito del agua
de Villa del Prado y continuar desde allí hasta el pueblo.
Aunque ha sido corta, nos ha salido una bonita ruta de
unos 30 kilómetros en la que aunque nos hemos dado “un buen calentón” con la
subida al Alto de la Mira (ya tradición el último domingo del año) hemos disfrutado
un montón por la temperatura, el terreno, los senderos, cumpliendo además con
nuestro objetivo estar pronto de vuelta, poco después de las doce, y despedir
así el año con unas cervecitas.
¡¡¡¡FELIZ 2019 A TODOS!!!!