Después de la jornada ventosa y fría del sábado, el domingo ha amanecido una mañana soleada y sin viento, juntándonos en la Plaza Mayor para disfrutar de nuestra afición un buen grupito compuesto por Eltiolavara, Horacio, César, Alberto Fernández, Alberto García, David y Rafa.
Por evitar “terrenos embarrados” decidimos tirar p’al monte sin rumbo fijo, por lo que abandonamos el pueblo por el antiguo camino de San Martín de Valdeiglesias a Villa del Prado, por el que entramos rápido en calor y que nos condujo hasta la Cañada de Talavera.
Ascendimos por la cuesta asfaltada de la Cañada de Talavera y descendimos a continuación hasta la carretera N-403, por la que rodamos unos metros hasta desviarnos a la izquierda para dirigirnos hacia el cerro de Alcornocoso, donde visitamos unas rocas y nos hicimos una fotito de grupo.
Descendimos a continuación hasta el arroyo del Linar, que cruzamos con menos problemas de los esperados para posteriormente comenzar a ascender a buen ritmo hasta llegar a los pies de la Peña Muniana, desde donde continuamos hacia el camping de El Pinar de Cadalso y desde allí comenzamos a “senderear” por la zona del depósito del agua para tomar finalmente un sendero de bajada en paralelo a la carretera M-542 por el que llegamos hasta la vía pecuaria del Boquerón.
Emprendimos entonces el ascenso por la vía pecuaria, con Alberto García y David poniendo un ritmo imposible para los demás, aunque nos reagrupamos en el alto y nos dirigimos a visitar el “Enebro Singular de La Granjilla”, un árbol con unos 250 años de vida y protegido por la Comunidad de Madrid junto al que nos hicimos unas fotitos.
Pusimos ya rumbo de regreso al pueblo pasando junto al manantial del Andrinoso y tomando de nuevo la pista asfaltada de la Cañada de Talavera, aunque esta vez nos desviamos a la derecha para dirigirnos hacia el cerro Otanejo y realizar un rápido descenso por los cortafuegos, teniendo que hacer una paradita por un pinchazo en la rueda delantera de Alberto García.
Nos incorporamos después al camino de San Martín de Valdeiglesias, y como es habitual cuando volvemos por ahí, antes de afrontar el descenso final hasta el pueblo nos desviamos a la izquierda para tomar el camino que “faldea” por la ladera del Cerro Lucía para enlazar con el camino de Pelayos y posteriormente desviarnos a la derecha para tomar el sendero que pasando por detrás del depósito del agua nos llevó de regreso al pueblo.
Como estábamos de regreso en el pueblo “pronto” y hacía buena temperatura, nada mejor que terminar la jornada tomándonos unas cervecitas al sol tras realizar una bonita ruta de unos 35 kilómetros en la que hemos disfrutado de una climatología fantástica.