Continuando con la racha de domingos “pasados por agua”, de nuevo ha
amanecido una jornada lluviosa para la que únicamente (y como era de esperar)
nos hemos juntado en la Plaza Mayor a la hora de siempre los cuatro “locos” a
los que les da igual la climatología, llueva, nieve o haga 40 grados, o sea,
Eltiolavara, Horacio, Transcastro y Rafa.
Al reunirnos en la plaza nos encontramos con que Horacio tenía un “problema”
con su montura, ya que había “desyantado” la rueda trasera, teniendo entonces
que desmontarla para acercarse Eltiolavara y Rafa a la gasolinera para darla
aire y solventar el problema. Por este motivo comenzamos a rodar con algo de
retraso a eso de las nueve y veinte de la mañana abandonando la Plaza Mayor
poniendo rumbo norte por la calle Reina Sofía, cruzando la carretera M-507 para
continuar por la Avenida de la Piscina hasta girar a la derecha para dirigirnos
hacia el antiguo camino de Villa del Prado a Pelayos de la Presa.
A pesar de todo el agua caído el camino no se encontraba “muy pesado” en su
mayor parte, con lo que realizamos un ascenso a buen ritmillo hasta llegar al
alto en la ladera del Cerro Rojo, desde donde tras reagruparnos comenzamos con
un rápido descenso que nos condujo hasta la Cañada de Talavera junto a la
laguna que forman el arroyo del Jaralón y el arroyo de Las Labores, donde
paramos a hacernos una fotito.
Pensando hacia dónde encaminarnos a continuación, Eltiolavara propuso
dirigirnos hacia la trialera que baja al embalse de Picadas (por la que hacía
bastante tiempo que no bajábamos), así que con ese objetivo retomamos la marcha
rodando por la ladera del cerro del Pajar del Fraile y luego del Cerro Pocito
hasta llegar al comienzo de la trialera.
Realizamos entonces el descenso con muchas precauciones, ya que al
encontrarse todo muy mojado, las piedras y sobre todo las raíces estaban muy
resbaladizas, así que mejor bajar despacito o andando que “rodando”.
Llegamos hasta el embalse “sanos y salvos”, tomando a continuación la vía
verde a nuestra izquierda para dirigirnos hacia la depuradora de Pelayos, desde
donde nos incorporamos a la pista asfaltada para comenzar a subir durante un
kilómetro hasta desviarnos a la derecha para por diversos caminos rodar casi en
paralelo a la carretera M-501 hasta llegar a la carretera M-541.
Comenzamos entonces el ascenso por la carrera M-541, en continua subida durante
unos cinco kilómetros abrigados por los pinos hasta llegar al alto, donde
giramos a la izquierda para incorporarnos al camino de la Fuenfría, por el que
rodamos hasta salir a la Cañada de Talavera para cruzar la misma y continuar
por el antiguo camino de San Martín de Valdeiglesias a Villa del Prado.
Antes de afrontar el descenso final hasta el pueblo nos desviamos a la
izquierda para tras pasar una puerta, tomar un camino que recorre la ladera del
cerro Lucía pasando por una explotación ganadera abandonada y volver de nuevo
al antiguo camino de Villa del Prado a Pelayos por el que habíamos comenzado la
ruta, para tras recorrer unos metros el camino desviarnos a la derecha tomando
el divertido senderito que lleva hasta detrás del depósito del agua de Villa
del Prado.
Durante la bajada, Horacio metió su rueda delantera en una “rodera” del
agua ocasionándole un espectacular “vuelo sin motor” hacia los tomillos que por
suerte se saldó sin consecuencias, llegando finalmente todos al pueblo sin más
incidencias.
Aunque nos ha salido una rutilla cortita en distancia (sólo 33 kilómetros),
hay que tener en cuenta que con el terreno mojado los kilómetros “suman más”, por
lo que en lo referente a “esfuerzo” la ruta ha estado bien. A pesar de que la
mañana tenía muy “mala pinta” en lo meterológico, finalmente no nos ha caído
ningún chaparrón fuerte, y aunque en algunos momentos nos hemos quitado el
chubasquero las gotas no nos han abandonado en toda la jornada, habiendo
disfrutado de nuevo en las bajadas por la humedad del terreno aunque en las
subidas………..es otro cantar!!!.