Con un cambio drástico en la climatología con respecto al domingo pasado en
el que disfrutamos de más de veinte grados, en esta ocasión la mañana ha
amanecido lluviosa y desapacible, lo que ha provocado una “espantá general”
reuniéndonos en la Plaza Mayor a la hora de siempre únicamente dos valientes,
Eltiolavara y Rafa.
Como es habitual cuando la climatología “no acompaña”, nada mejor que tirar
“p’arriba” para entrar pronto en calor, con lo que tras constatar que no hacía
acto de presencia nadie más comenzamos a pedalear con rumbo norte abandonando
la Plaza Mayor por la Avenida Reina Sofía.
Dejamos el pueblo y comenzamos a subir por el antiguo camino de San Martín
de Valdeiglesias a Villa del Prado “dándole al palique” mientras pedaleábamos a
buen ritmillo, con el terreno algo pegajoso en algunos tramos debido a las
lluvias caídas durante la noche anterior.
Llegamos al alto en la ladera del cerro de Santa Lucía y tras descender a
continuación unos metros, giramos a la izquierda para incorporarnos a un
cortafuegos “sube-baja” que recorrimos hasta llegar a los pies del cerro
Otanejo, donde tomamos un senderito que transcurre junto al arroyo del Bodegón
y que nos llevó hasta la Cañada de Talavera.
Cruzamos la Cañada y de nuevo nos incorporamos al camino de San Martín de
Valdeiglesias, recorriendo el cortafuegos y haciendo una paradita junto al “Canto
del Pichón” para hacernos una fotito continuando después por el cortafuegos
hasta enlazar con el camino de La Fuenfría, donde Eltiolavara propuso
dirigirnos hacia un sendero por la ladera del “Alto la Mira” que había descubierto
el lunes pasado.
Giramos más adelante a la derecha para tras recorrer unos metros girar a
continuación a la izquierda y bajar por un cortafuegos hasta enlazar con el
comienzo del sendero, que aunque en la primera parte era “asequible”, a
continuación se convertía en un “paredón” del 30% por el que subimos hasta que “nos
dejó la patata”, teniendo que subir un tramo haciendo “empuja-bike” hasta
enlazar con el camino que sube por la cara norte del “Alto de la Mira” (el
sendero quedó claro que mucho mejor para bajarle).
Al salir al camino, subimos de nuevo a “las cabalgaduras” para continuar con
el durillo ascenso hasta la cima, donde una espesa niebla impedía disfrutar de
las vistas. Tras una breve paradita para una fotito y “reponer fuerzas”
rápidamente ya que en esos momentos la lluvia comenzó a “arreciar”, emprendimos
un rápido descenso por el cortafuegos en el que las gotas de lluvia y el frío
hacían que “doliera la cara”.
El descenso por el cortafuegos nos condujo hasta la Cañada de Talavera,
donde giramos a la izquierda para descender unos metros por la misma hasta girar
a la derecha para comenzar a ascender de nuevo entre los pinos por el camino
que transcurre entre el cerro de La Puebla y el Cerro Rojo, continuando
posteriormente por la ladera de éste último hasta enlazar con el antiguo camino
de Pelayos a Villa del Prado.
Comenzamos entonces a realizar el descenso final con destino al pueblo
hasta que ya en las cercanías nos desviamos a la derecha para tomar el divertido
senderito que lleva hasta la parte de detrás del depósito del agua de Villa del
Prado finalizando la ruta en el comienzo del camino de Pelayos.
Aunque la mañana tenía “muy mala pinta” finalmente nos ha respetado,
lloviendo únicamente en la cima del Alto de la Mira y unas pocas gotillas
durante el resto de una ruta que aún siendo cortita (unos 22 kilómetros), ha
tenido un buen tramo de exigencia hasta subir al Alto la Mira además de lo
blandito del terreno en muchos tramos de la misma.
Una vez más, haciendo honor a nuestro lema……”Salimos aunque haga bueno” (al
menos los más locos).