miércoles, 28 de agosto de 2019

Domingo 25 de agosto de 2019 (Espectacular rutón por la sierra de Malagón)


Para la jornada de hoy teníamos planificada una de nuestras “rutas mensuales”, siendo en esta ocasión nuestro objetivo el llamado “Camino del Ingeniero”, un precioso sendero que recorre la cara norte de la Sierra de Malagón que ya recorrimos hace ocho años y donde no habíamos vuelto desde entonces.
A las siete y cuarto de la mañana habíamos quedado en la estación de autobuses un grupito compuesto por Eltiolavara, Transcastro, Alberto, Jorge, César, Senderitos y Rafa, cargando las bicis en el camión de Transcastro cuando estuvimos todos y para a continuación poner rumbo hacia la localidad abulense de Peguerinos, punto de inicio de la ruta.
Tras poco más de 60 kilómetros llegamos a Peguerinos sobre las ocho y media de la mañana, realizando los preparativos oportunos en las burras y en “nuestra indumentaria” para a continuación echar a rodar.
Comenzamos la ruta atravesando el pueblo e incorporándonos a una carretera por la que ascendimos unos cuatro kilómetros hasta llegar a las cercanías del “Camping de Valle En medio”, donde una vez que ya habíamos calentado las piernas comenzaba “lo bonito”, es decir, los senderos.
Y desde allí comenzamos a ascender entre pinos y helechos por senderos técnicos aunque sin mucha dificultad con dirección hacia el “Collado de la Gargantilla”, para desde allí encaminarnos hacia el punto de las “Tres Provincias”, donde coinciden los límites de provincia de Ávila, Segovia y Madrid, y donde unos metros más adelante comienza el “Camino del Ingeniero”.
Comenzamos entonces a disfrutar los doce kilómetros de senderos zigzagueando entre pinos y helechos, con tramos de subidas y tramos de bajadas donde disfrutamos como niños en un entorno espectacular para la bici de montaña.
Descendimos a continuación hasta las cercanías de San Rafael, para afrontar a continuación la parte más “durilla” de la jornada, es decir, el ascenso hasta el “Collado del Hornillo”, primero por un sendero llamado la “Senda de Peña Águila”, que con alguna buena rampa donde alguno tuvo que poner pie a tierra nos condujo hasta un mirador con el mismo nombre donde hicimos una “parada barrita” para disfrutar de las vistas antes de continuar por una pista y llegar al “Collado del Hornillo” tras un ascenso de unos cinco kilómetros desde San Rafael.
Tras una breve paradita para “recuperar el aliento”, de nuevo tocaba disfrutar bajando, para lo que nos incorporamos a la senda del Collado del Hornillo, un sendero que transcurre en paralelo al arroyo del mismo nombre y por el que descendimos unos cinco kilómetros, enlazando a continuación con una trialera por la que llegamos hasta el embalse de “La Aceña”, que dicho sea de paso, se encontraba en un estado…………..
Desde el embalse ya únicamente nos quedaba recorrer un par de kilómetros para ascender hasta el pueblo de Peguerinos y regresar donde habíamos dejado los vehículos y donde como es habitual nos esperaba un avituallamiento líquido y sólido para reponer las energías gastadas durante la ruta.
Y que podemos decir de la ruta………..!!!!!!!. Simplemente ESPECTACULAR, un recorrido de unos 46 kilómetros con aproximadamente el 80% de la ruta por senderos, lo que la convierten en probablemente la ruta más bonita que hayamos hecho hasta la fecha en nuestras excursiones.
Además hemos tenido durante toda la mañana una temperatura increíble, sin tener en ningún momento sensación ni de frío ni de calor, y transcurriendo prácticamente toda la ruta a la sombra de los pinos.
Tras reponer fuerzas, “levantamos el campamento” y pusimos rumbo de regreso al pueblo, encantados con el RUTÓN que habíamos realizado y teniendo claro que no vamos a dejar pasar tanto tiempo hasta una nueva visita al “Camino del Ingeniero”.

martes, 20 de agosto de 2019

Domingo 18 de agosto de 2019 (Día de poquita gente)


Entre que era un “domingo de puente” y que algunos miembros del Club participaron la noche anterior en la ruta nocturna, en esta ocasión el grupo se ha visto muy reducido, contando únicamente con dos integrantes, Transcastro y Rafa.
Tras esperar unos minutos por si aparecía alguien más, echamos a rodar con rumbo norte para abandonar el pueblo por el antiguo camino de Pelayos de la Presa a Villa del Prado, donde “al no tener que mirar por el retrovisor” Transcastro puso un ritmo “ligerito” de subida, recorriendo los siete kilómetros y medio de subida hasta llegar al alto en la ladera del Cerro Rojo en bastante menos tiempo del habitual.
En vez de descender hacia la Cañada de Talavera, continuamos ascendiendo por el camino que bordea el Cerro Rojo por su cara sur y que bordea también el cerro de La Puebla hasta enlazar con el camino de San Martín de Valdeiglesias, al que nos incorporamos para tras cruzar la Cañada de Talavera continuar hacia San Martín por el camino-cortafuegos hasta enlazar con el camino de la Fuenfría.
Continuamos la marcha por el camino de la Fuenfría y posteriormente giramos a la derecha para tomar dirección al Alto de la Mira, girando después a la izquierda para descender por otro cortafuegos hasta el comienzo del arroyo de Valdenoches, donde nos incorporamos a un senderito que transcurre junto al arroyo, haciendo una paradita junto a una fuente que han construido hace poco y que Transcastro no conocía y aprovechando para hacernos la fotito “de grupo”.
Tras unos minutos reanudamos la marcha para dirigirnos hacia San Martín, cruzando la carretera M-541 y continuando por senderos hasta salir más delante de nuevo al camino de la Fuenfría y realizar a continuación un divertido descenso por un sendero entre los pinos para enlazar con la pista que conduce al “Bosque Encantado” desde la carretera M-501.
Descendimos por la pista asfaltada hasta llegar a la carretera M-501 junto a la ermita del Cristo de la Sangre de San Martín de Valdeiglesias, cruzando la carretera e internándonos en el pueblo de San Martín, para dirigirnos al parque junto a la antigua estación de tren, donde hicimos la “parada barrita” de la jornada.
Tras reponer fuerzas, reanudamos la marcha y abandonamos San Martín de Valdeiglesias por el Camino de Los Molinos y encontrándonos con Perejil, que había salido más tarde porque “se le habían pegado las sábanas” y que no quiso unirse al dúo y prefirió continuar su ruta planificada.
Por el Camino de Los Molinos llegamos hasta las cercanías del Cerro de San Esteban, para continuar ascendiendo por su cara norte haciendo frente a algún tramo técnico de raíces y sobre lanchas de piedra que aunque algo durillo resulta muy bonito y divertido.
Después de “sufrir” en la subida, a continuación tocaba disfrutar del descenso, para lo que enlazando sendero tras sendero llegamos hasta el muro de contención del embalse, pasando sobre el mismo para desde allí dirigirnos hacia la gasolinera de Pelayos y bordear por un sendero la nueva estación de tratamiento de aguas para dirigirnos hacia el comienzo de la vía verde de Picadas.
Bordeando el cerro del Cubo nos encontramos con Noesperoanadie, al que también se le habían pegado las sábanas pero que si aceptó la propuesta de unirse al dúo para desde allí poner rumbo de regreso al pueblo.
Rodamos a un ritmito “considerable” por la vía verde, haciendo una paradita para un bañito en el embalse de Picadas y llegamos hasta el muro de la presa para continuar después con el ascenso por la carretera y posterior descenso hasta enlazar con el camino que transcurre por detrás del detrás del Safari Park hasta conectar con el camino del Molino de Rodeles que nos llevó junto a la carretera M-507 a la altura de El Rececho.
Atravesamos la carretera y enlazamos con el antiguo trazado del ferrocarril Madrid-Almorox, por el que realizamos los últimos kilómetros de la ruta, dirigiéndonos a continuación hacia la Plaza Mayor, punto de inicio de la ruta, para tomarnos unas cervecitas fresquitas con las que “refrigerar” unas gargantas que venían bastante secas.
Y reponiendo líquidos hemos terminado una jornada en la que nos ha salido una bonita ruta de unos 51 kilómetros, que hemos realizado a buen ritmo.

miércoles, 14 de agosto de 2019

Domingo 11 de agosto de 2019 (Visitando las tierras quemadas)


Llegó un nuevo domingo y en la Plaza Mayor a nuestra hora habitual nos hemos juntado un estupendo grupo compuesto por Eltiolavara, Horacio, Transcastro, Jorge, Perejil, Nacho, Senderitos y Rafa, uniéndose también a nosotros Juan Carlos el “Presi” de la U. C. Villa del Prado y Luis, un amigo de Nacho que se animaba por primera vez a compartir una jornada en nuestra compañía.
Mientras debatíamos hacia donde encaminarnos, alguien propuso visitar la zona quemada recientemente por el incendio que el mes pasado afectó a la zona de Almorox, Cenicientos y Cadalso de los Vidrios, y que hasta ahora habíamos evitado para no “desanimarnos” contemplando semejante catástrofe, así que con ese objetivo echamos a rodar.
Abandonamos la Plaza Mayor para encaminarnos hacia el Polígono Industrial y desde allí tomar el antiguo camino de Almorox, donde pronto comenzamos a hacer frente a algunos buenos repechos del 15% y 16% que nos hicieron entrar en calor.
Con Perejil unos metros más atrás cerrando el grupo (como es habitual últimamente) afrontamos el ascenso de aproximadamente un kilómetro desde el arroyo Arrofresno hasta El Encinar del Alberche, donde hicimos una parada de “reagrupamiento” al llegar junto a la puerta de 8ª fase.
Continuamos después recorriendo el cortafuegos que bordea la urbanización por la parte sur para a continuación tomar un par de calles y enlazar de nuevo con otro cortafuegos, ésta vez el que limita la urbanización por el oeste y que sirve de límite entre las provincias de Madrid y Toledo, y en el que tuvimos que hacer frente a unas buenas rampas, incluido algún tramo del 24% de inclinación donde algunos tuvieron que poner “pie a tierra”.
De nuevo nos reagrupamos al “coronar” junto a la puerta de entrada a la urbanización desde el pinar, para tras unos segundos, continuar descendiendo unos metros por la pista hormigonada con dirección hacia la urbanización de El Romillo hasta desviarnos a la derecha y tomar un bonito camino entre los pinos por el que realizamos un divertido descenso hasta llegar a la carretera N-403, pasando bajo la misma por un tubo para tomar un senderito con el que enlazamos con la Cañada de Talavera.
Rodamos a continuación por la Cañada de Talavera durante algo más de cuatro kilómetros, internándonos ya en la zona quemada, donde pudimos contemplar con desolación como “el negro” es el color dominante, a pesar de que algunas pequeñas hierbas van comenzando a brotar en el suelo quemado.
Abandonamos la Cañada desviándonos a la derecha para tomar dirección hacia Cadalso, tomando una pista hormigonada durante unos metros y a continuación cruzando la carretera M-542 para tomar el camino de La Postura, que tras unos metros se convertía en un senderito por el que comenzamos a ascender con dirección hacia Cenicientos.
Continuábamos recorriendo la zona quemada como “atestiguaban” las marcas negras que iban quedando en nuestras piernas y brazos al rozarnos con las ramas de las jaras quemadas, recorriendo por un “anteriormente bonito” sendero la cara sur del cerro de Pedro Abad, hasta que salimos a un camino por el que llegamos de nuevo a la carretera M-542, a la que nos incorporamos durante un kilómetro y medio para llegar a Cadalso de los Vidrios.
Atravesamos la localidad de Cadalso para dirigirnos hacia el cementerio, lugar habitual de “repostaje” de líquido elemento, donde aprovechamos para realizar nuestra “parada barrita”, reanudando posteriormente la marcha para hacernos una fotito de grupo junto a una cruz del “Camino de Santiago” antes de poner rumbo de regreso al pueblo.
Abandonamos Cadalso de los Vidrios y nos dirigimos hacia la zona de “El Piquillo”, por la que rodamos sobre lanchas de piedra para después internarnos entre los pinos para recorrer “La Nava del Cerro” y realizar un divertido descenso hasta llegar al comienzo de la vía pecuaria del Boquerón, llegando después hasta la carretera M-541 y cruzando la misma para tras pasar junto a la laguna del manantial del Andrinoso incorporarnos unos metros a la carretera N-403 y dirigirnos hacia la Cañada de Talavera.
Descendimos por la cuesta asfaltada y posteriormente abandonamos la Cañada para incorporarnos al antiguo camino de San Martín de Valdeiglesias a Villa del Prado, por el que pusimos rumbo hacia el pueblo.
Antes de comenzar el descenso final hasta el pueblo nos desviamos a la izquierda para tomar el camino que recorre la ladera del cerro Lucía pasando por una explotación ganadera abandonada y enlazar a continuación con el antiguo camino de Villa del Prado a Pelayos de la Presa, recorriendo unos metros por el mismo hasta desviarnos a la derecha y tomar como es habitual el divertido senderito que lleva hasta detrás del depósito del agua de Villa del Prado y continuar desde allí hasta el pueblo.
A pesar de que ha hecho calor, no ha sido tanto como los domingos anteriores, pero igualmente al final de ruta hemos “recuperado líquidos” tomándonos una merecida cervecita tras realizar una bonita ruta (a pesar de recorrer la zona quemada) de unos 41 kilómetros, durilla al pasar de los mil metros de desnivel acumulado.
Aunque el “debutante” Luis terminó con una buena paliza, esperemos que disfrutara de su primera experiencia con nosotros y se anime a repetir en el futuro.