En esta ocasión habíamos quedado para hacer una “excursión” fuera del pueblo antes de que las vacaciones veraniegas redujeran el grupo, reuniéndonos únicamente un grupito compuesto por Eltiolavara, Gabri, Alberto, David, César, Rafa y Juancar.
Habíamos quedado a las ocho en la estación de autobuses, siendo nuestro lugar de destino la cercana localidad de San Martín de Valdeiglesias, desde donde íbamos a realizar una rutilla de mucho “sendereo” por la zona del embalse de San Juan.
Después de apañar las bicis en la furgo de Juancar, emprendimos camino hacia San Martín, donde tras aparcar y poner todo a punto echamos a rodar aproximadamente a las nueve menos veinte de la mañana abandonando el pueblo por el camino de Molino Quemado para desviarnos posteriormente hacia el Cerro de la Guache y “calentar” a tope por los senderos de la zona para a continuación dirigirnos hacia el Pico Trasierra, donde realizaríamos el primero de los dos ascensos que haríamos a este cerro durante la ruta.
Tras “tomar algo de aire” después del ascenso, descendimos hasta el Camino de Navaoncil y pusimos rumbo hacia la zona de la Virgen de la Nueva disfrutando de un divertidísimo descenso por un sendero entre los pinos para continuar después por la orilla del embalse recorriendo las zonas de “La Magdalena” y “Canto Redondo”.
Ascendimos después por la ladera del Cerro Navaoncil realizando un tramito de “empuja-bike” y tras realizar una parada para avituallar, arreglar un pinchazo de Gabri y una fotito continuamos la marcha ascendiendo hacia el Cerro Cabrillas.
De nuevo descendimos por un sendero-trialera hasta llegar a una pista por la que nos encaminamos de nuevo hacia el Pico Trasierra para ascenderlo por segunda vez y dirigirnos hacia el Cerro Calderona para realizar a continuación un descenso que nos llevó hasta la carretera M-957, por la que rodamos unos metros hasta desviarnos a la izquierda por la ladera del Cerro Valdealosa.
Con un calor ya bastante considerable, decidimos ya poner rumbo de regreso a San Martín de Valdeiglesias, por lo que nos incorporamos a un camino que nos llevó directos hasta el pueblo, donde junto a los coches nos tomamos un “refrigerio líquido” que habíamos llevado y que nos supo a gloria tras el calor pasado.
Al final nos ha salido una rutilla de unos 27 kilómetros, pero bastante “rompepiernas” y con casi mil metros de desnivel, gran parte de ella por senderos, que nos ha dejado a todos encantados y que seguramente que repetiremos en una época “más fresca” cuando el terreno esté mas blando y con una temperatura más agradable, con lo cual será más espectacular aún.