Para la jornada de hoy estaba prevista la última de nuestras “rutas
mensuales” que hacemos “fuera de nuestras fronteras” para este año 2021, en las
que haremos un paréntesis hasta la vuelta del buen tiempo en la primavera de
2022.
En esta ocasión el destino elegido era la localidad abulense de La Adrada,
para lo que habíamos quedado en la estación de autobuses a las 8,00 horas un
buen grupito compuesto por Eltiolavara, Horacio, Alberto García, Alberto
Fernández, César, Mariano, David y Rafa, además de Adrián y Julio.
Una vez estuvimos todos, acoplamos las bicis en las furgonetas y nos
dirigimos hacia el lugar de destino, aparcando junto al castillo de La Adrada,
para tras realizar todos los preparativos comenzar a rodar sobre las 9.00
horas.
Tras bordear una parte del castillo de La Adrada, pusimos rumbo hacia
Piedralaves recorriendo un terreno rompepiernas muy bonito entre los pinos por
el que tras siete kilómetros llegamos a la carretera C-501 en las cercanías de
Piedralaves, donde tras una paradita para que algunos se “aligeraran” de ropa,
atravesamos la carretera y tras unos metros de ascenso nos incorporamos a un
precioso sendero de unos dos kilómetros y medio por la zona de El Resecal que
nos dejó una sonrisa en la cara.
Recorridos ya unos 10 kilómetros de ruta, llegaba el momento en el que
“comienza puerto” y a partir de ahí nos esperaban otros 10 kilómetros de subida
continua con algunas buenas rampas de hasta el 15 por ciento que nos llevaron a
atravesar la niebla y salir “por encima de las nubes”, lo que producía una
“estampa” espectacular y que por supuesto no podíamos dejar pasar para hacernos
algunas fotitos.
Continuamos después “faldeando” por la ladera de para dirigirnos hacia el
sendero de “El Pinarón”, donde llegó el momento de tomar un bonito sendero de
poco más de un kilómetro entre los pinos y los helechos que de nuevo nos hizo
disfrutar “como niños”.
Salimos a otra pista y continuamos faldeando hasta llegar al sendero de “El
Cirbunal”, muy divertido también y más largo que el anterior por el que también
disfrutamos muchísimo hasta llegar a una pista que transcurre por la Garganta
de Santa María y donde nos esperaba el comienzo de una subida de algo más de
tres kilómetros que se nos hizo bastante dura a todos al haberse quedado “las
patas” frías tras la bajada además del esfuerzo que llevábamos ya durante toda
la mañana.
Tras terminar el ascenso, continuamos por la pista pero ya con un terreno
“más favorable” en ligero descenso por el que llegamos hasta un mirador en el
Canto de la Linde desde el que se podía ver gran parte del Valle del Tiétar y
donde nos hicimos una fotito.
A continuación, ya únicamente nos quedaba descender hasta el pueblo de La
Adrada, con una primera parte “muy mala” ya que lo que hace años era un
divertido sendero ahora se ha convertido en un reguero intransitable lleno de
piedras y grietas en el que era imposible mantenerse sobre la bici. Tras ese
tramo malo, salimos a una pista por la que terminamos de bajar al pueblo para
dirigirnos hasta el lugar donde habíamos dejado los coches y donde más que
nunca teníamos ganas de “hincarle el diente” a nuestro avituallamiento habitual
de después de la ruta, ya que llegamos todos bastante “pegadillos”.
En una jornada en la que estábamos temerosos por la climatología, al final
hemos podido disfrutar de una mañana espectacular donde únicamente se notaba
algo más de fresco en los tramos en los que la ruta transcurría entre la
niebla, teniendo el resto de la mañana una temperatura muy agradable que
incluso hizo que Mariano fuera……..¡¡de manga corta!!!.
Finalmente nos ha salido una ruta de algo más de 45 kilómetros bastante
durilla debido a los más de 1.400 metros de desnivel acumulado, lo que ha
provocado que llegáramos todos bastante cansados, en especial Mariano que tras
llevar sin montar en bici tres meses, le echó “un par” y aunque sufrió lo suyo
se portó como un campeón..
Y que decir del recorrido……un entorno espectacular, rodando la mayor parte
de la ruta entre pinos, robles y castaños en un paisaje otoñal “de cuento”,
acompañados por la niebla en algunos tramos y con un terreno en un estado ideal
para montar en bici y sobre todo para las bajadas, aunque algunos tuvieran
algún pequeño percance por suerte sin consecuencias.
Como no podía ser de otra manera, terminamos la jornada echándonos unas
risas mientras reponíamos fuerzas con un buen avituallamiento líquido y sólido
al que además sumamos dos “Roscones de Reyes” que por sorpresa había traído
Julio y de los que no dejamos…..”ni las migas”.
En resumen………, otra mañana de las que “no se olvidan”.