Jornada de
Nochebuena, lo que seguramente ha influido para que esta mañana el grupo fuera
poco numeroso, juntándonos únicamente un “triplete” por parte del Club
compuesto por Transcastro, Jose y Rafa, a los que se nos ha unido al igual que
últimamente un “ilustre”, el Presi de la U. C. Villa del Prado, Juan Carlos.
Como es
habitual en estas mañanas “frescas”, hay que romper pronto a sudar para
combatir el frío, para lo que en esta
ocasión abandonamos el pueblo con rumbo suroeste para tomar el camino del
Valle, donde calentamos las piernas con el cuestón que hay tras cruzar el
arroyo Arrelobos.
Por el
camino del Valle llegamos hasta el camino del Majanal que sube hacia El Encinar
del Alberche, que atravesamos para descender unos metros hasta llegar a una
laguna que forma el arroyo de Navacarrala para desde allí comenzar a ascender
por un bonito sendero entre las jaras y encinas recorriendo el cerro de Los
Valles hasta salir de nuevo al camino del Majanal ya en las cercanías de El
Encinar del Alberche.
Descendimos
a continuación hasta el arroyo del Charco de Cahorzo, donde comenzamos a bordear
la urbanización de El Encinar por un cortafuegos teniendo que hacer frente a
unas buenas rampas, lo que por fin nos hizo “entrar en calor”.
Tras bordear
la urbanización por el cortafuegos que recorre toda la parte sur, tuvimos que
pasar al otro lado de una pequeña alambrera para poder incorporarnos a otro
cortafuegos de los que bordean la urbanización, para hacer frente de nuevo a
unas buenas rampas, una de ellas de hasta el 21%, que nos puso “a tope la
caldera”.
Bordeando,
bordeando, subimos hasta el cerro de Pino Romero donde se encuentra una torreta
de vigilancia de incendios, donde cruzamos la pista que baja hacia la
urbanización El Romillo para continuar con nuestro “paseíto” por el
cortafuegos, terminando de bordear la urbanización para después rodar en
paralelo a la carretera M-507.
Por fin tras
bastantes metros de subida, llegamos al cerro de Pino Tabernero, desde donde continuando
por el cortafuegos comenzamos una divertida bajada entre los pinos que nos
llevó hasta la carretera N-403.
Atravesamos
la carretera y nos incorporamos a la Cañada de Talavera, por la que rodamos
durante unos metros hasta desviarnos a la derecha para poner rumbo hacia
Cadalso de los Vidrios.
Comenzamos
de nuevo a ascender poco a poco por el camino que transcurre en paralelo al
arroyo del Pajar del Mudo, para después tomar un sendero por el que enlazamos
con el antiguo camino de Cadalso de los Vidrios a Almorox, por el que
continuamos ascendiendo.
Como ya
llegaba la hora de la “parada barrita”, nada mejor que reponer fuerzas con unas
bonitas vistas, para lo que Rafa nos desvió a la derecha para ascender por un
sendero que conocía e inédito para el resto que recorriendo la ladera de Canto
Celidorio, nos condujo hacia unas piedras desde donde podíamos contemplar unas
fantásticas vistas de todo el “Pinar de Almorox”, y donde al solecito nos
dispusimos a reponer fuerzas.
Tras unos
minutos al solecito “avituallando”, nos hicimos la “fotito de grupo” de la
jornada y retomamos la marcha para volver por el sendero hasta el camino de
Cadalso a Almorox, por el que continuamos con dirección hacia Cadalso de los
Vidrios.
Llegamos
posteriormente hasta la carretera M-507, que atravesamos para incorporarnos al
camino del Canto del Agua para ya poner rumbo de regreso al pueblo pensando en
unas “cervecitas navideñas” que nos estaban esperando al finalizar la ruta.
Recorrimos
unos metros por el camino del Canto del Agua y nos desviamos a la izquierda
para darnos otra sesión de “calorcito p’al cuerpo” tomando un camino por el que
ascendimos hasta la cantera de granito que se encuentra al pie de la Peña
Muniana, quedándonos impresionados por los enormes bloques de granito que se
encuentran a ambos lados del camino.
Desde allí
tocaba un rápido descenso entre los pinos hasta llegar al arroyo de Labros,
para a continuación ascender hasta tomar un camino por el que llegamos hasta la
carretera N-403 junto a la laguna de Pozo Alcornocoso.
Con Jose ya “pidiendo
la hora”, todavía nos quedaba otro buen “tramito” de subida entre los pinos hasta
enlazar con la Cañada de Talavera, y como la mañana estaba “de cortafuegos”,
pues en vez de continuar por la Cañada para después tomar el camino de San
Martín de Valdeiglesias a Villa del Prado, pues nos desviamos a la derecha para
tras un sendero incorporarnos al cortafuegos que recorre el cerro de Pino Águila
y que después continúa haciendo sube-baja hasta enlazar con el camino de San
Martín.
Y ya “para
respiro de Jose” y pensando en las cervecitas, emprendimos en descenso final
hasta el pueblo, donde nos dirigimos directamente a la Plaza Mayor para “reponer
líquidos”.
Aunque la
mañana comenzó fresquita, al final la temperatura no ha estado mal durante toda
la jornada, dándonos una buena paliza de cortafuegos (para “hacer hambre” para
la cena) en la que en una ruta de unos 37 kilómetros nos hemos metido 1.256
metros de desnivel acumulado.
Mención
especial para Jose, que no termina de recuperarse de su resfriado pero que está
ahí “al pie del cañón” sufriendo como un campeón.
Y el próximo
domingo, unas cervecitas por ser el último día del año.