En una
mañana en la que la predicción meteorológica indicaba que nos iba a acompañar
algo de agua nos hemos reunido en la Plaza Mayor a las 8,00 horas “bajo esa
amenaza” un sexteto compuesto por Eltiolavara, Horacio, Transcastro, Rafa, Jose
y Mariano, al que hacía ya dos meses y medio que “no veíamos el pelo”.
Como la
mañana estaba nublada, era una ocasión “propicia” para retomar “las buenas
costumbres” y comenzar la ruta “tirando p’arriba”, ya que hacía bastantes
domingos que con el “planning” de hacer rutas largas lo “teníamos olvidado”.
Con algo de
retraso debido a que Horacio tuvo “un imprevisto” con su bici que le obligó a
volverse a casa a coger la bici de su hijo para poder acompañarnos, echamos a
rodar con rumbo norte para abandonar el pueblo por el antiguo camino de Villa
de Prado a San Martín de Valdeiglesias.
Con
Transcastro en cabeza tirando del grupo y Mariano a su rueda sin acusar la
inactividad realizamos a buen ritmillo los cuatro kilómetros y medio hasta
llegar al alto en la ladera del Cerro Lucía, donde el grupo perdió un
integrante, ya que Horacio no se encontraba cómodo con su “nueva montura” y
prefirió volverse para el pueblo para hacer a su ritmo una ruta “más tranquila”.
El resto del
grupo continuamos la marcha para dirigirnos hacia la Cañada de Talavera, donde giramos
a nuestra izquierda para hacer frente a la cuesta asfaltada, continuando unos
metros por el asfalto hasta desviarnos a la izquierda y continuar recorriendo
la Cañada de Talavera con dirección hacia la carretera M-507 durante unos
metros hasta desviarnos a la derecha y por un camino entre los pinos bajar
hasta la carretera N-403 junto a la laguna del Pozo Alcornocoso.
Tras cruzar
la carretera, continuamos la ruta tomando un camino entre los pinos por el
cerro Alcornocoso, bajando a continuación por un sendero entre las jaras hasta
el cauce del arroyo del Linar (ahora seco), que cruzamos para después comenzar
a ascender por la ladera del cerro de la Cuba por la zona que llamamos “Los
Indios”, subiendo por un camino-sendero por el que entre pinos llegamos hasta
la cantera que se encuentra a los pies de la Peña Muniana, donde hicimos una breve
paradita para “tomar aire”.
Tras unos segundos
de relax, reanudamos la marcha por una pista para llegar hasta la entrada del
camping "Pinar de Cadalso", donde tomamos unos metros la carretera
M-541 para posteriormente desviarnos a la derecha y tomar un sendero junto al
depósito del agua de Cadalso para continuar bordeando el pueblo hasta llegar al
cementerio de Cadalso, donde de nuevo hicimos una paradita para reponer
“líquido elemento” además de reponer fuerzas.
Después de
la “parada barrita”, emprendimos de nuevo la marcha tomando unas calles del
pueblo para a continuación cruzar la carretera M-541 y tomar el camino de la
Higuera, que “picando para arriba” transcurre bordeando por su cara norte el
pico “Lancharrasa” (el hermano de la Peña de Cenicientos), situado al oeste del
pueblo de Cadalso.
Tras
recorrer el camino salimos a la carretera M-546, donde comenzaba a “chispear”
pudimos darnos cuenta de que “ni un milagro” nos iba a librar de estar “pasados
por agua” en muy breve espacio de tiempo visto lo “cargadito” que estaba el
cielo.
Nos
incorporamos entonces a la carretera para dirigirnos hacia Cenicientos, y como
estaba previsto, comenzó a caer agua “en más cantidad”, acompañándonos “una
duchita” durante los algo más de seis kilómetros hasta llegar a Cenicientos,
donde a la entrada hicimos una paradita en un parque para “repostar” agua
aprovechando que parecía que la lluvia paraba un poco.
Pero fue “un
espejismo”, el cielo estaba “bien negrito” y comenzó a descargar con más ganas,
parando Eltiolavara, Mariano y Jose a ponerse los chubasqueros, mientras que
Transcastro y Rafa estaban “a pelo”.
Bajo una
lluvia considerable atravesamos el pueblo y nos dirigimos hacia la zona del
polideportivo para incorporarnos al Camino de Piedraescrita, que más que camino
es un sendero por el que realizamos un divertido descenso (algo peligroso en
las zonas de piedra debido al agua que caía) para enlazar al final con un
camino a nuestra derecha por el que nos dirigimos hacia la carretera M-543.
“Jarreando”
de una manera increíble, llamó nuestra atención mientras rodábamos el sonido
del claxon de un coche que de manera continua sonaba sin parar, lo que nos
extrañó muchísimo. Al llegar junto a la carretera, intentando averiguar de
dónde procedía el sonido, vimos a lo lejos como un coche de color rojo se había
salido en una curva, con lo que rápidamente nos dirigimos hacia allí por si
necesitaban nuestra ayuda.
Al llegar
nos encontramos con que, efectivamente, un coche se había salido en una curva y
se había estampado con unas piedras, quedando en “no muy buenas condiciones”. Rápidamente
bajamos unos metros hasta el coche para comprobar si los ocupantes estaban bien,
extrañándonos de no ver a nadie.
Entonces
oímos unas voces a nuestra espalda donde a unos metros había otro coche parado y
desde donde nos llamaba el ocupante del coche accidentado, que acercándose, nos
tranquilizó diciéndonos que se encontraba bien a la vez que nos dio las gracias
por acercarnos a ayudar, con lo que ya nos quedamos todos más tranquilos.
Ya de paso
Eltiolavara desconectó la bocina del coche, que tras el golpe se había quedado “encendida”
y hacía un ruido ensordecedor, siendo entonces un verdadero descanso para los
oídos tras el rato que allí llevábamos con el “soniquete”.
Tras el “episodio”
del accidente y de nuevo con el agradecimiento del dueño del coche, reanudamos
la marcha rodando durante un par de kilómetros hasta desviarnos a la izquierda
para tras pasar un par de puertas para el ganado recorrer unos senderos que nos
llevaron a enlazar con la Senda de Cerro Altillo.
Llegó ya el
momento de poner rumbo de regreso al pueblo, para lo que ascendimos por la
Senda de Cerro Altillo hasta que tuvimos que hacer una parada involuntaria para
arreglar un pinchazo de …….¡¡Jose!! (¡¡quien si no!!) ¡¡Y encima lloviendo!!.
Bajo una
chaparra, arreglamos la rueda de Jose y continuamos la marcha hasta llegar a la
carretera M-544, que cruzamos para tomar la Cañada de Talavera durante unos
ocho kilómetros hasta llegar a la urbanización El Romillo, donde cruzamos la
carretera N-403 para por la pista hormigonada ascender hacia El Encinar del
Alberche.
Ya en la
urbanización, Eltiolavara, Jose y Mariano por diversos motivos optaron por
bajarse al pueblo por la carretera, quedando entonces un dúo compuesto por
Transcastro y Rafa con la intención de continuar por camino, para lo que
atravesaron la urbanización para poder enlazar con el Camino del Majanal, y
descender hasta el arroyo Arrofresnos para después tomar el Camino de Valle y
regresar al pueblo.
Al final nos
ha salido una buena ruta de unos 60 kilómetros, más corta que las que hemos
realizado últimamente aunque con bastante más desnivel acumulado. La lluvia nos
ha acompañado durante algunas partes de la mañana, por suerte “de manera “leve”,
aunque durante unos minutos ha “jarreado de lo lindo” en la zona de
Cenicientos.
Pero también
se echaba de menos el terreno “algo blandito”, lo que unido a que la
temperatura ambiente era buena y que el
agua que caía no estaba fría, no nos ha resultado muy desagradable del todo (al
menos a los dos que no tenían chubasquero, Transcastro y Rafa).
Hay que
mencionar que Mariano se ha portado como un jabato después de tanto tiempo sin
montar en bici y ha dado la talla, aunque ya como era normal a última hora
venía con “una buena pájara”.