Este domingo ha amanecido con una agradable temperatura, lo que ha hecho
que alguno ya “luciera canillas” por primera vez en el año, y para disfrutar de
la jornada nos hemos reunido en la Plaza Mayor un buen grupo compuesto por
Eltiolavara, Perejil, Transcastro, Horacio, Alberto Fernández, Alberto García y
Rafa.
Con cervecitas prometidas por Horacio con motivo de su cumpleaños, se hacía
“necesario” estar prontito de vuelta, con lo que lo mejor sería no alejarse
mucho del pueblo y hacer una rutilla “corta pero intensa”.
Echamos a rodar poniendo rumbo sur para abandonar el pueblo por la
carretera M-540, por la que rodamos unos metros para a continuación desviarnos
a la derecha e incorporarnos al antiguo trazado del ferrocarril Madrid-Almorox
hasta llegar a la finca "La Blanca".
Allí giramos a la derecha para tomar un camino entre las encinas rumbo
norte que nos llevó a pasar las bicis por un par de puertas de madera para
poder continuar la marcha ascendiendo por los Valles hasta el Prado de
Valdeolivas, desde donde descendimos para dirigirnos hacia las Casas de
Valdeolivas.
Continuamos la marcha y un poco más adelante giramos a la derecha para dirigirnos
hacia la primera “tachuela” de la jornada, incorporándonos al cortafuegos que
delimita las comunidades de Madrid y Toledo, y por el que "despacito y con
buena letra" comenzamos a ascender por la ladera del cerro "Cabecita
de la Reina".
Durante la subida, a Perejil y Alberto García se les atragantó un poco el
cortafuegos, por lo que tuvieron que hacer algo de “empuja-bike” por primera
vez en la mañana, aunque sin muchas dificultades llegamos todos a la cima,
donde hicimos una fotito de grupo antes de continuar nuestra marcha por el
cortafuegos.
Después de un tramo de descenso por el mismo, tomamos el senderito que
transcurre junto al arroyo del Toril hasta llegar a la pista que enlaza las
urbanizaciones de El Encinar y Pinar de Almorox, donde nos “vino” la vena investigadora
y tomamos unos senderos creados por las vacas por los que nos fuimos
encaminando hacia la urbanización de Pinar de Almorox, atravesando la misma
para llegar hasta la carretera N-403 y atravesarla también para tomar diversos
caminos que nos condujeron hasta el pequeño pantano de El Romillo, donde tras
pasar por el muro hicimos una “parada barrita” además de otra fotito de grupo.
Tras reponer fuerzas, reanudamos la marcha y bordeamos el pantano por un
senderito hasta que salimos a la Cañada de Talavera, desde donde nos dirigimos
hacia la carretera N-403 para cruzarla y comenzar a ascender por un cortafuegos
a la sombra de los pinos y en paralelo a la carretera M-507.
Al llegar al alto, Perejil “nos dio la espantá” y decidió bajarse al pueblo
por la carretera, mientras que el resto continuamos unos metros por la Cañada
de Talavera, para tras unos metros desviarnos a la derecha para internarnos en
un camino entre los pinos por el que continuar ascendiendo y tras pasar junto a
una laguna volver a salir de nuevo a la Cañada de Talavera.
Antes de comenzar a bajar por la pista asfaltada, nos desviamos a la
derecha para tras un tramito de sendero incorporarnos a un cortafuegos que
recorre el Cerro Otanejo y realizar un par de bajadas de vértigo por el mismo
para salir después al antiguo camino de San Martín a Villa del Prado.
Como solemos hacer, antes de afrontar el descenso final hasta el pueblo nos
desviamos a la izquierda para tras pasar una puerta, tomar el camino que
discurre por la ladera del cerro Lucía pasando por una explotación ganadera abandonada
y enlazar así con el antiguo camino de Villa del Prado a Pelayos para tras unos
metros desviarnos a la derecha y así tomar el divertido senderito que lleva
hasta detrás del depósito del agua de Villa del Prado, desde donde continuamos
bajando entre los tomillos hasta tomar contacto con las calles del pueblo.
Aunque nos ha salido una rutilla cortita en distancia de unos 31
kilómetros, ha tenido unos ochocientos metros de desnivel acumulado, por lo que
no ha sido “moco de pavo” y nos ha exigido darlo todo en las subidas por los
cortafuegos y senderos en una mañana espectacular en la que hemos “enseñado
cacha” por primera vez este año.
Y, sobre todo, hemos cumplido con el objetivo de estar pronto de vuelta
para tomarnos esas cervecitas prometidas por Horacio por sus “67 castañas”,
cosa que hicimos sentados al solecito en la Plaza Mayor mientras animadamente
comentábamos la jornada y planificábamos las posibles rutas a realizar
próximamente.