En el “Día
de las Mamis” nos hemos despertado con una mañana con una pinta estupenda,
volviendo de nuevo a sacar la “indumentaria de verano” para disfrutar de una
jornada despejada.
Y en la
Plaza Mayor a la hora habitual nos hemos dado cita un grupito compuesto por
Eltiolavara, Horacio, Perejil, Jorge y Rafa por el Club, además de Pablo, que
hacía tiempo que no salía con nosotros.
Con
intención de estar pronto de vuelta al ser un “día señalado”, echamos a rodar
para abandonar el pueblo por un sitio poco habitual para nosotros, y es que por
primera vez dejamos el pueblo por el camino de Picañejo, llegando hasta la
fuente del mismo nombre y realizando allí una pequeña parada para intentar
solventar un pequeño problemilla en la “burra” de Eltiolavara.
Tras cruzar
el arroyo de Los Perales y subir una buena cuesta nos dirigimos hacia la
carretera M-507, incorporándonos a la misma durante unos pocos metros para
después cruzar el arroyo de Cordobilla y continuar rodando en paralelo a la
carretera.
Volvimos a
atravesar de nuevo la carretera para incorporarnos al camino del Molino de
Rodeles, por el que pasamos por detrás del Safari Park y llegamos hasta la
carretera que va hacia el embalse de Picadas, tomando la misma hasta llegar a
la presa y continuando después por la vía verde del embalse, donde como es
habitual “saltó la chispa” y el grupo puso un ritmo “infernal” llegando casi a
40km por hora en algunos momentos que hizo que Perejil y Horacio se quedaran
bastante retrasados.
Llegamos al
final de la vía verde y nos reagrupamos junto al enorme pino que hay allí haciéndonos
nuestra habitual fotito de grupo. Cuando íbamos a retomar la marcha……..¡¡sorpresa!!,
apareció Jose “el Mara”, al que llevábamos sin ver desde el año pasado, ya que
este invierno ha debido de estar “hibernando”.
Tras
saludarnos le convencimos para que se uniera a nosotros en nuestro recorrido hacia
San Martín de Valdeiglesias, con lo que el grupo aumentó en una unidad aunque
por poco tiempo, ya que tras ascender unos metros por la Cañada de Talavera
Eltiolavara abandonó el grupo para regresar al pueblo ya que tenía que estar
pronto de vuelta.
El resto
continuamos la marcha pasando bajo la carretera M-501 y bordeando el pueblo de
Pelayos de la Presa hasta llegar donde el Monasterio de Santa María la Real de
Valdeiglesias, donde nos incorporamos al GR-10 con rumbo a San Martín, parando
en el parque que hay junto a la antigua estación del tren, donde además de
repostar agua hicimos la “parada barrita” de la jornada.
Después de
los minutillos de relax para reponer fuerzas, reanudamos la marcha para
continuar por el GR-10 y tras cruzar la carretera M-501 llegar hasta la vía pecuaria
del arroyo del Boquerón con su “picar p’arriba”, donde Pablo y Jorge pusieron
un ritmo imposible de seguir para el resto, reagrupándonos junto a la carretera
M-541.
Atravesamos
la carretera M-541 y tras bordear la laguna del manantial del Andrinoso nos
incorporamos durante unos metros a la carretera N-403 para dirigirnos hacia la
Cañada de Talavera, realizando a continuación el rápido descenso por la cuesta
asfaltada hasta llegar al camino de San Martín, donde como no íbamos mal de
hora decidimos alargar la ruta un poco más y continuar por la Cañada de
Talavera, aunque el grupo perdió dos unidades, ya que Pablo y Perejil
decidieron poner “rumbo al pueblo” por el camino de San Martín de
Valdeiglesias.
Los cuatro
restantes (Jorge, Horacio, Jose y Rafa) prosiguieron por la Cañada de Talavera
durante poco más de dos kilómetros, donde mientras Jose continuaba por la
Cañada para dirigirse hacia el embalse de Picadas y desde allí a Aldea del
Fresno, Jorge, Horacio y Rafa se desviaron por un camino a la derecha para
ascender por el pinar de “Cuerda Morroche” y bordeando el Cerro Rojo enlazar
con el camino de Villa del Prado a Pelayos de la Presa.
Dispuestos a
afrontar los últimos kilómetros comenzamos el descenso hacia Villa del Prado,
aunque como es habitual, en las cercanías del pueblo abandonamos el camino para
tomar el senderito que lleva hasta detrás del depósito de agua, por el que con
Horacio en cabeza (desde que tiene la burra nueva se atreve con todo) llegamos finalmente
hasta el pueblo.
En una
mañana en la que hemos disfrutado de una temperatura espectacular, nos ha
salido (a algunos) una estupenda ruta de casi 55 kilómetros, y es que tenemos
que ir aumentando el kilometraje con vistas a la “Riaza B-pro”, para la que ya nos
queda menos de un mes.
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