jueves, 3 de mayo de 2018

Domingo 29 de abril de 2018 (Ha vuelto el invierno)



Tras el domingo pasado en el que ya pensábamos que no volveríamos a sacar la ropa de invierno, de nuevo para esta nueva jornada ha regresado el tiempo “invernal” haciéndonos retomar la indumentaria para el frío e incluso el chubasquero.
Después de una noche pasada por agua y con un ligero “txiribiri” las primeras horas de la jornada, estaba claro que en la Plaza Mayor a nuestra hora de siempre únicamente se iban a dar cita “los tres mosqueteros” a los que no les importa la meteorología ni se inventan excusas para no salir, es decir Eltiolavara, Horacio y Rafa.
Teniendo claro que no iba a aparecer nadie más, dejando menos “minutos de cortesía” de lo habitual el trío echó a rodar con rumbo norte para intentar evitar terrenos embarrados partiendo desde la Plaza Mayor por la avenida de La Constitución para cruzar la carretera M-507 y continuar hasta las instalaciones de la piscina municipal, donde nos desviamos a la derecha para dirigirnos hacia el antiguo camino de Pelayos de la Presa a Villa del Prado.
Al poco de incorporarnos al camino ya nos dimos cuenta de que la subida iba a estar “blandita”, hundiéndose la rueda en el terreno en cuanto éste era menos “arenoso”, lo que obligaba a “tirar de riñones” y apretarle fuerte al pedal.
Y así comenzamos el ascenso, con Horacio subiendo mas “relajadamente” con su e-bike, mientras Eltiolavara y Rafa tenían que “apretar” de lo lindo en algunos tramos en los que la totalidad de la cubierta llegaba a hundirse en el barro.
Tras gran esfuerzo conseguimos por fin llegar al alto en la ladera del Cerro Rojo, donde nos tomamos unos segundos para recuperar fuerzas mientras comentábamos cómo nos parecía que había sido la vez en que esa subida se nos había hecho más dura, más incluso que en los días lluviosos de este invierno pasado.
Después de esos segundos de parón, comenzamos a realizar el rápido descenso que nos condujo hasta la Cañada de Talavera junto a la laguna que forma el arroyo de las Labores, la cual se encontraba a rebosar. Continuamos la marcha por la Cañada de Talavera hasta llegar a la pista asfaltada y descendimos por la misma hasta desviarnos a la izquierda para tomar un sendero por el que realizamos un corto trayecto de investigación que nos hizo dar una vueltecita circular a un pequeño cerro, llegando de nuevo al punto de partida del sendero.
Continuamos bajando hasta las cercanías de la carretera M-501, pasando bajo la misma para bordear el pueblo de Pelayos de la Presa y pasando junto al monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias llegar al GR-10 (el tramo del ferrocarril del Tiétar hasta San Martín de Valdeiglesias).
Llegamos así a “las faldas” del cerro de San Esteban, donde comenzamos a investigar los senderos que nos íbamos encontrando (de subida principalmente), haciendo frente en algunas ocasiones unos buenos repechos.
En un momento de la subida y junto a unas enormes rocas decidimos hacer la “parada barrita” de la jornada, además de la habitual fotito de grupo, para tras unos minutos retomar la marcha y continuar subiendo por la ladera del cerro de San Esteban.
Tras un tramo muy chulo subiendo (y que nos “apuntamos” para realizarlo en sentido bajada), y cuando estábamos buscando por donde comenzar a bajar, vimos una estructura metálica encima de unas rocas que no habíamos visto nunca, por lo que sin dudarlo nos dirigimos hacia allí y así aumentar nuestro conocimiento de la zona.
Llegamos por un sendero hasta el pie de las rocas, realizando a pata unos metros de subida por las mismas hasta llegar a la ubicación de la estructura, que en su momento debía de ser un punto de vigilancia del embalse, ya que desde allí había unas vistas “INCREÍBLES” del embalse de San Juan, lo que claro está aprovechamos para de nuevo hacernos unas fotitos mientras comentábamos lo que se estaban perdiendo nuestros compañeros que se habían quedado en casa.
A continuación comenzamos un descenso con algún pequeño tramo “a pata” por la peligrosidad de las piedras mojadas que nos llevó hasta el muro de contención del embalse, comprobando cómo únicamente quedaban algo menos de dos metros para que llegara a su nivel máximo.
Descendimos a continuación hasta la gasolinera de Pelayos, donde tras cruzar la carretera tomamos un estrecho senderito entre el pasto por el que bordeamos la nueva estación de tratamiento de agua de Pelayos para después pasar bajo la carretera M-501 y bordear el cerro del Cubo para dirigirnos hacia el comienzo de la vía verde de Picadas.
Sorteando los charcos producidos por las lluvias nocturnas llegamos hasta el muro de la presa y continuamos después con la subida por la carretera y posterior descenso por la misma hasta desviarnos a la derecha para tomar el camino que va por detrás del Safari-Park, donde de nuevo el barro “se hizo presente” en buena cantidad, aumentando en gran manera el grosor de las ruedas y haciendo que se quedara gran parte del mismo en diversas partes de las bicis.
Llegamos posteriormente hasta la carretera M-507 junto al vivero, cruzando la misma para incorporarnos después al antiguo trazado del ferrocarril Madrid-Almorox y regresar al pueblo tras una rutita corta pero durilla por el estado del terreno.
Aunque la mañana comenzó con “mala pinta” por el “txiribiri” poco a poco fue “abriendo” y nos acompañó el solecito durante casi toda la ruta, a pesar de que la temperatura era bastante fresquita. Y aunque únicamente hemos hecho unos 40 kilómetros, a nuestras patas les parecieron bastantes más.

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