martes, 20 de agosto de 2019

Domingo 18 de agosto de 2019 (Día de poquita gente)


Entre que era un “domingo de puente” y que algunos miembros del Club participaron la noche anterior en la ruta nocturna, en esta ocasión el grupo se ha visto muy reducido, contando únicamente con dos integrantes, Transcastro y Rafa.
Tras esperar unos minutos por si aparecía alguien más, echamos a rodar con rumbo norte para abandonar el pueblo por el antiguo camino de Pelayos de la Presa a Villa del Prado, donde “al no tener que mirar por el retrovisor” Transcastro puso un ritmo “ligerito” de subida, recorriendo los siete kilómetros y medio de subida hasta llegar al alto en la ladera del Cerro Rojo en bastante menos tiempo del habitual.
En vez de descender hacia la Cañada de Talavera, continuamos ascendiendo por el camino que bordea el Cerro Rojo por su cara sur y que bordea también el cerro de La Puebla hasta enlazar con el camino de San Martín de Valdeiglesias, al que nos incorporamos para tras cruzar la Cañada de Talavera continuar hacia San Martín por el camino-cortafuegos hasta enlazar con el camino de la Fuenfría.
Continuamos la marcha por el camino de la Fuenfría y posteriormente giramos a la derecha para tomar dirección al Alto de la Mira, girando después a la izquierda para descender por otro cortafuegos hasta el comienzo del arroyo de Valdenoches, donde nos incorporamos a un senderito que transcurre junto al arroyo, haciendo una paradita junto a una fuente que han construido hace poco y que Transcastro no conocía y aprovechando para hacernos la fotito “de grupo”.
Tras unos minutos reanudamos la marcha para dirigirnos hacia San Martín, cruzando la carretera M-541 y continuando por senderos hasta salir más delante de nuevo al camino de la Fuenfría y realizar a continuación un divertido descenso por un sendero entre los pinos para enlazar con la pista que conduce al “Bosque Encantado” desde la carretera M-501.
Descendimos por la pista asfaltada hasta llegar a la carretera M-501 junto a la ermita del Cristo de la Sangre de San Martín de Valdeiglesias, cruzando la carretera e internándonos en el pueblo de San Martín, para dirigirnos al parque junto a la antigua estación de tren, donde hicimos la “parada barrita” de la jornada.
Tras reponer fuerzas, reanudamos la marcha y abandonamos San Martín de Valdeiglesias por el Camino de Los Molinos y encontrándonos con Perejil, que había salido más tarde porque “se le habían pegado las sábanas” y que no quiso unirse al dúo y prefirió continuar su ruta planificada.
Por el Camino de Los Molinos llegamos hasta las cercanías del Cerro de San Esteban, para continuar ascendiendo por su cara norte haciendo frente a algún tramo técnico de raíces y sobre lanchas de piedra que aunque algo durillo resulta muy bonito y divertido.
Después de “sufrir” en la subida, a continuación tocaba disfrutar del descenso, para lo que enlazando sendero tras sendero llegamos hasta el muro de contención del embalse, pasando sobre el mismo para desde allí dirigirnos hacia la gasolinera de Pelayos y bordear por un sendero la nueva estación de tratamiento de aguas para dirigirnos hacia el comienzo de la vía verde de Picadas.
Bordeando el cerro del Cubo nos encontramos con Noesperoanadie, al que también se le habían pegado las sábanas pero que si aceptó la propuesta de unirse al dúo para desde allí poner rumbo de regreso al pueblo.
Rodamos a un ritmito “considerable” por la vía verde, haciendo una paradita para un bañito en el embalse de Picadas y llegamos hasta el muro de la presa para continuar después con el ascenso por la carretera y posterior descenso hasta enlazar con el camino que transcurre por detrás del detrás del Safari Park hasta conectar con el camino del Molino de Rodeles que nos llevó junto a la carretera M-507 a la altura de El Rececho.
Atravesamos la carretera y enlazamos con el antiguo trazado del ferrocarril Madrid-Almorox, por el que realizamos los últimos kilómetros de la ruta, dirigiéndonos a continuación hacia la Plaza Mayor, punto de inicio de la ruta, para tomarnos unas cervecitas fresquitas con las que “refrigerar” unas gargantas que venían bastante secas.
Y reponiendo líquidos hemos terminado una jornada en la que nos ha salido una bonita ruta de unos 51 kilómetros, que hemos realizado a buen ritmo.

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