Para hoy por fin estaba prevista la primera “ruta mensual” de las que
normalmente hacemos a lo largo del año y que por diversas causas no habíamos
podido realizar hasta ahora, siendo el destino elegido los pueblos abulenses de
la sierra de Gredos como Sotillo de La Adrada, La Adrada y Piedralaves.
La hora prevista de salida era las 8,00 en la estación de autobuses, donde
según íbamos llegando apañábamos las burras en el carro de la “fregoneta” de
Javichy, hasta que una vez que estuvieron todas colocadas iniciamos la ruta en
coche hasta nuestro lugar de destino, la presa de La Pinara, en La Adrada.
Minutos antes de las 9,00 habíamos llegado y tras los preparativos
oportunos ya estábamos listos para comenzar la ruta, en la que nuestro objetivo
era visitar varios puentes antiguos sobre los ríos Tiétar y Escorial.
Echamos a rodar y tras pasar sobre el murete de la presa nos dirigimos
hacia lo que antiguamente era el trazado del ferrocarril del Tiétar, por el que
comenzamos a pedalear para más adelante encontrarnos con un murete…..¡¡Ya
empezamos!!.
Pasamos las burras y nosotros por encima del murete, y unos metros más
adelante el camino desaparecía…………¡¡Joder, pues estamos bien!!. En estas que
apareció un señor y nos explicó que estábamos dentro de una finca privada y que
el trazado del ferrocarril se perdió hace años, con lo que le dimos las gracias
y nos dispusimos a salir de la finca para buscar otra alternativa de enlazar
con el “track” marcado.
Tomamos unas calles de La Adrada para dirigirnos a bordear la urbanización
Prado Llano y por fin enlazar de nuevo con el trazado del ferrocarril con
dirección hacia Sotillo de La Adrada, haciendo una breve parada intermedia
debido a que Jorge “dio con sus huesos en el suelo”, saldándose el tema con
unos “desollones” en el codo y rodilla derechos, aunque por suerte sin más
consecuencias.
Atravesamos a continuación el pueblo de Sotillo y ya por camino ancho y
“picando p’abajo” por la Dehesa Boyal tras unos cinco kilómetros llegamos al primer
de la jornada, el “Puente Mosquea” donde realizamos una paradita para hacernos
las oportunas fotos de recuerdo.
Reanudamos la marcha y tras unos cuatro kilómetros y en el camino a
Fresnedilla nos encontramos el segundo puente de la ruta, el “Puente Chico”, de
origen romano tardío, donde de nuevo hicimos una paradita para reponer fuerzas
además de hacernos unas fotitos.
De nuevo retomamos la marcha y tras un par de kilómetros llegamos a la
carretera AV-930, junto a la que se encuentra el tercer puente de la ruta, el “Puente
Mocha”, de origen romano, donde de nuevo era inevitable hacernos una fotito.
Tomamos a continuación la carretera durante unos metros y nos desviamos a
la izquierda para tomar un camino por el que llegamos hasta la puerta de una
finca………¿¿Y ahora que hacemos??........ pues nada, la puerta está abierta y no
pone ningún cartel de prohibido……. ¡¡Pues p’adentro!!.
Atravesamos la finca y llegamos a una puerta “de salida”, abandonando la
finca para tomar un nuevo camino y dirigirnos hacia el río Escorial, que
vadeamos sin problema por unas piedras para continuar después por un camino
junto al cauce del río Tiétar.
Y aunque el camino no tenía ninguna dificultad, nos llevamos el “sustazo”
de la jornada cuando Javichy perdió el control de la rueda delantera de la bici
y se cayó de manera espectacular dándose con la cara contra el suelo, lo que
nos asustó bastante, pareciendo “un minero” con la cara llena de tierra y
sangre.
Por suerte únicamente se hizo unos grandes rasponazos en la barbilla y el
hombro, pero pudo continuar la ruta, aunque claro está con bastantes molestias,
por lo que ralentizamos el ritmo durante el resto de la ruta para que no
sufriera mucho.
Continuamos la marcha y rodando en paralelo al río Escorial con dirección
hacia Piedralaves recorrimos varios kilómetros hasta desviarnos para llegar al “Puente
Nuevo”, último puente de la ruta y que se encuentra en el antiguo camino de Piedralaves,
habiendo sido contruido en 1791.
Y desde el Puente Nuevo, ya sólo nos restaba recorrer unos dos kilómetros y
medio por una carretera local hasta llegar de nuevo a nuestro lugar de origen,
la Presa de La Pinara, ahora ya llena de gente a diferencia de cuando nosotros
habíamos comenzado la ruta.
Tal como estaba previsto, nada mejor que un bañito refrescante al finalizar
la ruta y antes de reponer fuerzas con nuestro habitual avituallamiento líquido
y sólido tras realizar una bonita ruta de unos 41 kilómetros visitando los
puentes de la zona.
Quizás la única “pega” es que hubiera sido más bonito realizarla en otoño
con el campo verde y los ríos y arroyos a tope de agua, en vez de en el verano
con todo el campo seco y poco agua en los ríos.
Aún así la ruta ha sido sencillita, bonita y sobre todo lo hemos pasado
fenomenal el grupo asistente con nuestro buen rollo habitual.
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