Continuamos
con la meteorología “adversa” para salir en bici pero “estupenda” para el
campo, lo que influye claramente en el personal (los deseosos de excusas para
no salir los domingos en bici están últimamente de enhorabuena), ya que de
nuevo únicamente tres valientes nos hemos juntado en la Plaza Mayor a la hora
de siempre, Eltiolavara, Horacio, y Rafa.
Con un
pequeño “chaparroncete” que paró justo cuando arrancábamos la marcha minutos
después de las nueve, buscando terrenos poco embarrados nos dirigimos al igual
que últimamente “p’arriba”, abandonando el pueblo con rumbo norte para tomar el
antiguo camino de San Martín de Valdeiglesias a Villa del Prado con la idea
inicial de subir al “Alto de la Mira” para que Horacio probara una “e-bike” que
le habían prestado en espera de recibir la suya.
Montado
sobre su máquina, Horacio “comandaba” el trío durante el ascenso, claro está
que sin “sufrir” como los dos restantes miembros del trío, que en algunas
ocasiones tenían que apretar bien al pedal por lo “pegajoso” del terreno.
Los tres
juntos llegamos al alto en la ladera del cerro de Santa Lucía, desde donde
continuamos por el camino para dirigirnos hacia la Cañada de Talavera, cruzando
la misma para incorporarnos al camino de San Martín de Valdeiglesias
recorriendo el cortafuegos (que se encontraba mejor de lo esperado) y después
un camino entre las jaras hasta enlazar con el camino de La Fuenfría, por el
que continuamos con dirección a San Martín.
Tras unos
metros por el camino de la Fuenfría nos desviamos a la derecha con dirección
hacia el alto de la Mira, aunque finalmente decidimos no “acometer” la subida,
ya que si en condiciones normales es dura, con el terreno blando………..
Con lo que
al llegar a la barrera donde comienza el camino de ascenso, giramos a la
izquierda para tomar un cortafuegos por el que rápidamente descendimos hasta el
nacimiento del arroyo de Valdenoches, que coincide con el inicio de un bonito
sendero entre las jaras y los pinos por el que “zigzagueando” bajamos hasta el
camino que recorre la cara norte del alto de la Mira, por el que continuamos hasta
la carretera M-541.
Cruzamos la
carretera y continuamos bajando y subiendo por senderos hasta encontrarnos con
un pico caído al solecito donde decidimos hacer la “parada barrita” de la
jornada además de una fotito de grupo.
Tras reponer
fuerzas, continuamos la marcha por los senderos hasta llegar a una explanada
donde hay una explotación ganadera de cabras, donde nos incorporamos al camino
que desciende por la ladera del cerro de Las Colmenas y que lleva hasta la
cantera de Pelayos.
Bajando por
el camino, escuchamos un “estruendo” a nuestra derecha, pudiendo ver al fondo
de la cantera como había una caída de agua de unos cuantos metros que era lo
que producía el ruido, dirigiéndonos claro está hacia allí para poder verla de
cerca.
Y por un caminito
llegamos a los pies del “salto”, donde paramos unos minutos para contemplarlo
además de hacernos una fotito obligada de grupo. Cuando estábamos a punto de
marcharnos, llegó un coche que resultó ser el dueño de la cantera, que resultó
un chaval muy majete con el que estuvimos charlando amigablemente.
Nos
despedimos del dueño y continuamos la marcha por el camino hasta llegar a las
cercanías de la carretera M-501, donde tomamos un camino en paralelo a la misma
que nos condujo hasta Pelayos de la Presa.
Decidimos
entonces “asomarnos” a ver el estado en que estaba el embalse de San Juan
después de las últimas lluvias, para lo que pasamos bajo la carretera M-501 por
un tubo para a continuación atravesar el pueblo de Pelayos de la Presa y llegar
hasta el monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias, donde tomamos unos
senderos entre los pinos por los que llegamos hasta el muro de contención del
embalse.
Recorrimos
el muro por su parte de arriba mientras comentábamos lo mucho que aún tiene que
llover para que el embalse se recupere, ya que a pesar de todas las lluvias
caídas, el mismo continúa a un nivel bajísimo.
Nos
dirigimos entonces hacia la gasolinera de Pelayos de la Presa, donde nos
incorporamos durante unos metros a la carretera M-501 para dirigirnos hacia el
comienzo de la vía verde de Picadas, que recorrimos a continuación pudiendo
contemplar como las últimas lluvias habían ocasionado gran cantidad de desprendimientos
en las laderas, que habían terminado con bastantes piedras en la vía durante
todo el recorrido.
Tras sortear
las piedras y la gran cantidad de charcos, pasamos sobre el muro de la presa y
continuamos después con la subida por la carretera hasta parar en el alto, desde
donde bajamos por la carretera hasta desviarnos a la derecha para tomar el
camino que va por detrás del Safari-Park, encontrándonos con bastante barro y
sobre todo con un arroyo que hacía tiempo que no corría y que en ésta ocasión
bajaba bastante caudaloso, por lo que Horacio (que no llevaba botas de
invierno) se caló los pies (si es que no estaban ya después de tanto charco).
El camino
nos llevó a salir a la carretera M-507 a la altura de El Rececho, donde
cruzamos la misma para incorporarnos después al antiguo trazado del ferrocarril
Madrid-Almorox, como es “habitual” con el aire en contra, y justo cuando
empezaba a llover.
Y
acompañados de un buen chaparrón que parecía habernos “estado esperando” para finalizar
la jornada, llegamos al pueblo tras habernos hecho una buena rutilla de unos 41
kilómetros en la que terminamos con las piernas “duritas” por el estado del
terreno, aunque a pesar de todo el agua caída los caminos no se encuentran tan
mal.
Aunque a
última hora nos hemos mojado, durante toda la mañana hemos tenido un climatología
estupenda en la que no nos ha caído “ni gota”, disfrutando del campo que ya por
fin ha recuperado ese verdor que tanto echábamos de menos.
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