Para esta jornada teníamos
previsto realizar la ruta aplazada por motivos meteorológicos de hace dos
domingos, y aunque el sábado “cayeron chuzos”, el día ha amanecido sin una nube
en el cielo aunque eso si, con una buena bajada de temperaturas, lo que hacía
que se notara bastante fresquito.
Habíamos quedado a las 8,15 en la
estación de autobuses, y allí nos hemos reunido un estupendo grupo compuesto
por Eltiolavara, Transcastro, Horacio, Alberto, Miguel, Javichy, Jorge,
Granaíno, Edu y Rafa, uniéndose a nosotros para disfrutar de la jornada el
amigo Mariano.
Tal como íbamos llegando fuimos
“apañando” las bicis en el carro para posteriormente poner rumbo hacia Rozas de
Puerto Real, punto de inicio de la ruta y de donde nos separaban unos 20
kilómetros.
Aparcamos los vehículos a la
entrada del pueblo, donde “divisamos” una mesa de piedra que nos vendría “al
pelo” para el posterior avituallamiento de final de ruta y nos dispusimos a
realizar los preparativos oportunos de montaje de bicis y equipamiento, echando
a rodar unos minutos antes de las nueve de la mañana.
Nos incorporamos durante unos
metros a la carretera M-507, para posteriormente desviarnos a la derecha y
tomar una calle por la que descendimos hasta desviarnos a la derecha para tomar
un bonito senderito de bajada por el que entre castaños descendimos hasta la
carretera M-501.
Cruzamos la carretera y
continuamos por un sendero que nos llevó a enlazar con la Cañada Real Leonesa
Oriental, que tomamos a nuestra izquierda para comenzar con una subida que nos
condujo hasta la glorieta entre la carretera M-501 y la M-507, punto de inicio
de la carretera de Casillas (M-549) y por la que comenzaríamos a realizar un
ascenso de unos seis kilómetros.
A buen ritmillo realizamos el
ascenso con alguna breve paradita de “reagrupamiento” del personal disfrutando
de las vistas del valle del Tiétar durante la subida y del bonito entorno de
castaños por donde transcurre la misma hasta llegar al pueblo de Casillas.
Tocaba ahora “callejear” para
dirigirnos hacia el castañar de El Tiemblo, lo malo es que “callejear” por
Casillas significa hacer frente a unas buenas rampas, incluida una con una
señal que avisaba de un porcentaje del 25%.
Con alguna rampa “gratis” por
habernos despistado del gps nos incorporamos al Camino de Casillas, por el que
abandonamos el pueblo continuando con el ascenso por firme asfaltado que se
encontraba totalmente cubierto por los “erizos” caídos de los castaños que
envolvían la pista, haciéndonos muy agradable a la vista la subida.
Tras una subida de unos tres
kilómetros por la pista asfaltada por fin el asfalto desapareció bajo nuestros
pies, aprovechando para hacer una paradita en la que buena parte del grupo
eliminó “líquido sobrante” además de reponer fuerzas con alguna barrita o
platano.
Reanudamos la marcha y comenzamos
a recorrer un bonito camino entre robles que transcurre por la ladera sur del
pico del Mirlo que con tramos de sube-baja nos condujo hasta un alto donde de
nuevo hicimos una breve paradita para una foto.
A partir de ese punto comenzaba
el tramo más bonito de la ruta, con un descenso entre enormes castaños por la
Garganta de la Yedra en una estampa otoñal que como diría “Jesulín” sólo puede
describirse en dos palabras…….”IM-PRESIONANTE”.
En medio de la bajada hicimos una
paradita junto a un enorme castaño para hacernos una fotito de grupo reanudando
después la marcha para dirigirnos hacia el famoso “Castaño Abuelo”, donde de
nuevo nos hicimos las oportunas fotitos de grupo.
Reanudamos la marcha y
continuamos bajando hacia el parking del castañar, cruzándonos con bastantes
senderistas durante la bajada, lo que hizo que tuviéramos que bajar con
precaución en vez de “soltar amarras”.
Y desde el parking tras disfrutar
de la bajada tocaba comenzar con el segundo ascenso importante de la jornada, primeramente
con una parte “más floja” por la ladera del Cerro de la Pedriza, aunque luego
vendría una buena “tachuela” para llegar a el “Alto del Corcho”, con un rampón
que llegó a marcarnos el 24% y donde quedó “un reguero de cadáveres” y
únicamente Granaíno, Eltiolavara, Transcastro y Rafa pudieron subirlo sin poner “pie a
tierra”.
Después de una parada en el alto
para reagruparnos y reponer fuerzas, retomamos la marcha por un
camino-cortafuegos por el que fuimos recorriendo todo el cordel de la
cordillera de Pedro Duermes, aprovechando para alguna fotito y disfrutando de
las vistas mientras rodábamos entre los 1.200-1.300 metros de altitud.
Llegamos a un tramo de bajada que
nos condujo hasta el “Portacho de los Ballesteros”, en la ladera del Cerro de
Guisando, desde conde comenzamos un vertiginoso descenso de más de tres
kilómetros por una pista que nos llevó hasta la urbanización “La Atalaya”,
donde llegamos con los brazos “dormidos”, atravesando la urbanización mientras
continuábamos descendiendo hasta llegar a la carretera N-403.
Con precaución tomamos la
carretera N-403 durante unos dos kilómetros hasta desviarnos a la derecha para
tomar un camino que recorrimos para incorporarnos posteriormente al GR-10, por
el que tras cruzar la carretera M-501 continuamos rodando hasta la carretera
M-542, que cruzamos para tomar una pista asfaltada muy deteriorada para
dirigirnos hacia la urbanización Navapark.
Callejeamos por la urbanización
hasta tomar un sendero por el que ascender por la ladera del Cerro Jornillo,
donde ya pudo comprobarse que el personal iba “justillo” de fuerzas en ésta
última subida antes de afrontar los últimos metros hasta regresar a Rozas de
Puerto Real, donde nos esperaba el avituallamiento de fin de ruta.
Tras un sábado lluvioso, ha
amanecido una mañana de lujo en la que únicamente se notaba bastante fresquillo
en las zonas altas debido al vientecillo que corría, pero habiendo disfrutado
de un rutón espectacular por el entorno y las vistas, con algunos tramos durillos
en los que ha habido que darlo todo.
Y como es habitual, terminamos la
jornada en la mesa de granito junto a la que habíamos aparcado dando buena
cuenta del avituallamiento líquido y sólido que habíamos llevado mientras en un
gran ambiente de buen rollo comentábamos los pormenores acaecidos durante la
jornada.
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