¡¡Como pasa el tiempo!!. Un año ha pasado ya desde que
por estas fechas (el 9 de agosto) visitábamos por primera vez la localidad
abulense de Ojos Albos, lugar de nacimiento de los padres de nuestro compañero
Jose y donde el año pasado nos prometimos volver después de pasar una jornada
inolvidable con Mariano y Amelia de anfitriones.
Para esta nuestra segunda visita a Ojos Albos habíamos
quedado a las siete y cuarto en la estación de autobuses un grupillo compuesto
por Eltiolavara, Senderitos, Alberto, Perejil, Miguel, Jose, Javichy y Rafa.
Una vez estuvimos todos, acomodamos las bicis en la
fregoneta de Javichy y comenzamos a recorrer los 95 kilómetros que nos
separaban de Ojos-Albos., donde llegamos minutos antes de las nueve de la
mañana con Mariano ya esperándonos allí.
Aparcamos los vehículos, dejamos en casa de los padres
de Jose el avituallamiento para después y comenzamos con los preparativos
previos de montaje de las bicis, etc. Para hacernos de guías y acompañarnos en
la ruta también se unieron al grupo Juan y Jesús, dos primos de Jose buenos
conocedores de la zona y amantes de la bici como nosotros.
A las nueve en punto y con una buena temperatura
comenzamos a rodar “cuesta arriba” abandonando el pueblo con dirección hacia la
sierra de Ojos-Albos por el camino de la Sierra, con un ascenso inicial de unos
tres kilómetros en los que se suben 500 metros de desnivel, con una pendiente
media del 11% y llegando en algún punto casi al 23%, lo que unido al irregular
estado del camino hizo que alguno tuviera que hacer algo de
"empuja-bike".
Ascendimos sin tregua hasta enlazar con el camino de
la Atalaya, un camino que siguiendo toda la línea de los aerogeneradores
recorre toda la parte alta de la sierra de Ojos-Albos, y por el que continuamos
ascendiendo con alguna breve paradita para reagruparnos y hacernos una fotito
grupo.
Al pasar junto a la subestación eléctrica nos
desviamos a la izquierda para afrontar una técnica bajada hacia Aldeavieja, con
un primer tramo que habían “arreglado” para la instalación de unas torretas de
electricidad y donde Jose sufrió un reventón, con lo que hubo que realizar una
paradita forzosa para repararlo.
Una vez subsanado el tema continuamos con el descenso
pero ahora por una trialera con bastante piedra suelta y entre “las pestes” de
Senderitos, “poco amante” de las zonas técnicas.
La bajada nos llevó a enlazar con un camino en
paralelo a la carretera N-110 por el que cruzando la carretera llegamos a
Aldeavieja, atravesando el pueblo para volver a cruzar después la carretera y
tomar el “camino de abajo de la Ermita” para dirigirnos hacia la Ermita de la
Virgen del Cubillo, donde en una fuente hicimos una “parada barrita” además de
rellenar las botijas para el resto de la ruta.
Tras la paradita reanudamos la marcha por el “camino
de arriba de la Ermita”, aunque en esta ocasión poco tiene de camino ya que
está asfaltado, llevándonos a buen ritmo de regreso hasta Aldeavieja, donde
comenzaba “la primera parte” del segundo ascenso de la jornada, incorporándonos
a la carretera AV-501 para ascender el “Puerto de la Cruz de Hierro”.
El ascenso tenía una longitud de unos cinco kilómetros
y medio por buen asfalto, muy tendido y sin grandes rampas, con lo que (cada
uno dentro de sus posibilidades) pusimos un buen ritmillo adecuado a nuestras
posibilidades pero resultando en general un ascenso cómodo.
Pero………. resultó que el puerto no era más que “un
calentamiento” para lo que venía después, ya que justo en el alto giramos a la
derecha y allí nos esperaba un buen rampón para comenzar la “segunda parte” del
segundo ascenso de la jornada que nos llevaría hasta el segundo pico más alto
de la sierra de Ojos-Albos, el "alto de la Cabeza", con 1.655 metros
de altitud.
Tras realizar un buen subidón a continuación tocaba
descender por la ladera del alto de la Cabeza, por un camino-sendero casi en
línea recta de unos dos kilómetros y medio con una pendiente media del 15% y
con bastante piedra suelta, lo que obligaba a extremar las precauciones.
Tras un descenso en el que algunos tuvimos que hacer
varias paradas ya que se nos dormían los brazos y las manos “de tanto tembleque”
llegamos hasta el embalse de los Serones, donde por un puente pasamos por
delante del muro de la presa para comenzar la “parte salvaje” de la ruta,
pasando a rodar por un sendero casi perdido junto al río Voltoya que nos llevó
a atravesar su cauce de un lado a otro varias veces atravesando varias zonas de
pasto que habían hecho casi desaparecer el sendero.
Después de cruzar el río por una zona algo más
profunda donde nos mojamos los pies irremediablemente, ascendimos unos metros
por la ladera de la “Cuerda la Calva” para tomar un sendero por la misma hasta
bajar de nuevo al río para cruzarlo por última vez y terminar con la “parte
salvaje” de la ruta.
Cruzamos el río y por fin nos incorporamos a un camino
“de verdad” por el que recorriendo la ladera del alto de Peñagorda y con una
paradita obligada para reparar un pinchazo de Perejil que ha había obligado
antes a dar aire a la rueda un par de veces llegamos hasta el camino de Urraca
Miguel a Ojos Albos, para recorrer desde allí los últimos tres kilómetros que
nos separaban de Ojos Albos.
Y sin mayores contratiempos recorrimos los tres
kilómetros de regreso al pueblo, donde antes de nada colocamos de nuevo las
bicis en la fregoneta del Javichy y nos dispusimos a darnos el merecido "homenaje"
de fin de ruta.
Al igual que el año pasado, en la parte trasera de la
casa de Mariano y Amelia, a la sombrita de un ciruelo habían preparado una mesa
donde se estaba de lujo, unido ello a un par de exquisitas tortillas de patata
que nos había preparado Amelia para ir "abriendo boca" mientras se
preparaba el fuego para la barbacoa, y “por si fuera poco” nos encontramos con
que también habían preparado “un perolo” de sangría para “regar” la fiesta.
Nos "adecentamos" un poco con la manguera y nos
cambiamos de ropa, para sentados en la mesa reponer las fuerzas perdidas a base
del menú típico de barbacoa, compuesto por chorizos, chuletas, panceta y
pinchos morunos, todo ello acompañado por unas sanas ensaladas con los
productos del huerto de Mariano, con lo que nos pusimos "moraos" de
sólido y líquido, mientras entre risas charlábamos con nuestros anfitriones
Mariano y Amelia.
Para rematar, al igual que el año pasado Mariano se
ofreció a invitarnos a un cafecito en el bar del pueblo, así que para allá nos
dirigimos para terminar de redondear la jornada antes de emprender el regreso a
casa, realizando el viaje sin imprevistos.
Y así, al igual que el año pasado, pasamos una jornada
inolvidable, tanto por la ruta como por lo que vino después, sitiéndonos
"como en casa" y lo pasándolo genial, emplazándonos para realizar una
nueva visita al pueblo el año que viene, aunque por recomendación de Mariano la
realizaremos en primavera.
Hasta la próxima, Ojos-Albos!!!!!!.
¡¡MIL GRACIAS POR TODO, MARIANO Y
AMELIA!!
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