En previsión de una nueva jornada calurosa nos hemos reunido en la Plaza Mayor un buen grupo compuesto por Eltiolavara, Alberto, David, Horacio, César, Rober, Juan Carlos y Rafa.
En esta ocasión decidimos tirar p’al monte, por lo que abandonamos el pueblo con rumbo norte por el antiguo camino de Villa del Prado a Pelayos de la Presa, por el que ascendimos unos siete kilómetros hasta llegar al alto en la ladera del Cerro Rojo, desde donde descendimos a continuación hasta la Cañada de Talavera llegando junto a la laguna del arroyo del Jaralón.
Nos dirigimos posteriormente hacia el Cerro del Pajar del Fraile y desde allí al Cerro Pocito para tomar la “trialera de las raíces” y bajar hasta el embalse de Picadas, dirigiéndonos a continuación hacia la carretera M-501, la cual tomamos durante unos metros para pasar por el puente sobre el embalse y en la otra orilla comenzar a ascender por la ladera del Cerro de San Juan, donde tuvimos que hacer frente a unas buenas rampas de hasta el 20% de inclinación.
Recorrimos a continuación la ladera del Cerro de San Juan disfrutando de unas bonitas vistas del embalse de Picadas y aprovechando para hacer allí la “parada barrita” y la foto de grupo de la jornada para posteriormente continuar atravesando la urbanización Cuesta Vieja y desviarnos a la derecha para de nuevo descender por otra trialera hasta el embalse de Picadas.
Para no subir por el rampón de hormigón del 25% que sube a la urbanización de El Morro, tomamos un senderito por el que hacía tiempo que no íbamos y que recorre la ladera del Cerro del Morro, en el cual nos tocó hacer algunos tramos de “empuja-bike” debido a algunos árboles caídos.
Finalmente salimos a la pista que comunica la urbanización El Morro con el embalse de Picadas, y bajamos hasta el embalse para tras darnos “un refrescadito” dirigirnos hacia la depuradora y comenzar a ascender por la Cañada de Talavera durante unos seis kilómetros y enlazar posteriormente con el antiguo camino de Villa del Prado a San Martín de Valdeiglesias, por el que realizamos el descenso final hasta el pueblo.
Y para continuar con las buenas costumbres adquiridas últimamente, terminamos la ruta en la Plaza Mayor para “reponer líquidos” mientras echábamos unas risas tras realizar una bonita ruta de unos 41 kilómetros en la que como es costumbre hemos pasado de los mil metros de desnivel acumulado.
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