jueves, 28 de noviembre de 2019

Domingo 24 de noviembre de 2019 (Visitando la Sierra de San Vicente)


Hoy estaba previsto realizar la que probablemente sea la última de nuestras “rutas mensuales”, siendo en esta ocasión el destino elegido la “Sierra de San Vicente”, donde nuestra última visita tuvo lugar en el año 2013.
A las ocho de la mañana nos habíamos dado cita en la estación de autobuses de Villa del Prado un estupendo grupo compuesto por Eltiolavara, Transcastro, Senderitos, Alberto, César, Jorge, Mariano, Noesperoanadie, Horacio y Rafa, dispuestos a disfrutar a tope de la ruta.
Tras apañar las bicis en la furgoneta, nos subimos a los vehículos y pusimos rumbo hacia Almendral de la Cañada, hasta donde teníamos unos 50 kilómetros de camino, y donde llegamos unos minutos antes de las nueve de la mañana, haciendo los preparativos oportunos en las burras para seguidamente echar a rodar.
Y tras una fotito antes de empezar, comenzamos a dar pedales para abandonar Almendral de la Cañada calentando rápidamente las piernas por una estrecha pista de hormigón con algunas buenas rampas durante algo más de tres kilómetros y continuando después con el ascenso ya por camino y a la sombra de los robles hasta llegar a la cima del monte de Cruces tras recorrer unos diez kilómetros de continuo ascenso desde Almendral, haciendo “entre medias” una paradita para arreglar un pinchazo de Noesperoanadie.
Disfrutamos de las vistas desde la cima y nos hicimos varias fotitos antes de retomar la marcha para descender rápidamente y en línea recta por la ladera del monte de Cruces, teniendo que parar nuevamente ya que a Senderitos se le habían roto tres radios de la rueda trasera.
Quitamos los radios rotos continuamos bajando hasta llegar a la carretera de el Piélago, a la que nos incorporamos durante aproximadamente un kilómetro hasta desviarnos a la izquierda con dirección hacia el campamento de El Piélago y comenzar a ascender entre los robles hasta llegar de nuevo a la pista que sube hacia el monte de Cruces por donde ya habíamos pasado.
De ahí tomamos un camino que bordeando un pinar nos llevó hasta el segundo pico de la jornada, el “Monte Pelados”, con una nueva avería esta vez en la burra de Eltiolavara, a la que se le rompieron tres piñones del casette, pero que al menos no le impedían rodar.
Coronamos el Monte Pelados desde donde también podíamos divisar unas bonitas vistas y donde claro está nos hicimos una fotito de grupo y descendimos a continuación por un sendero casi perdido entre los pinos (entre las “pestes” de Senderitos” hasta llegar de nuevo a la carretera de El Piélago para afrontar a continuación el ascenso al último de los picos de la jornada, el cerro de San Vicente, para lo que tuvimos que hacer frente a un buen rampón, mereciendo totalmente la pena la subida por las impresionantes vistas que teníamos desde allí, visitando además unas ruinas que al parecer son de un castillo de los Templarios.
Y cuando nos disponíamos a descender del cerro de San Vicente se produjo la avería más grave de la jornada, cuando a Alberto se le rompió el tornillo que sujeta el amortiguador de la bici, para lo que hubo que improvisar remedio gracias a un tornillo que llevaba Noesperoanadie y la siempre útil “cinta aislante” que llevaba a su vez Senderitos.
Solventado el problema, tocaba descender hasta El Real de San Vicente, marchándose Alberto junto con Senderitos y Mariano por la carretera para no forzar la bici, mientras el resto realizamos un divertido descenso hasta llegar al pueblo, esperándonos a continuación una buena subida para bordear el pueblo hasta llegar a la gasolinera, donde nos incorporamos al “camino de Almendral” para recorrer los últimos cinco kilómetros de la ruta hasta regresar a Almendral de la Cañada, donde nos esperaba nuestro habitual avituallamiento líquido y sólido para reponer fuerzas, que bien nos habíamos merecido.
Y una vez más hemos pasado una mañana fantástica, realizando una ruta de únicamente 34 kilómetros pero bastante durilla y en un entorno espectacular de robles que “hizo las delicias” del personal, esperando que no pase tanto tiempo hasta que estemos de vuelta por la Sierra de San Vicente.




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