De nuevo el domingo ha amanecido con “muy buena pinta”, y dispuestos a
disfrutar de la bici en esta jornada nos hemos reunido en la Plaza Mayor a
nuestra hora habitual un grupo compuesto por Eltiolavara, Horacio, Transcastro,
Senderitos, Jorge, Javichy, Nacho y Rafa, uniéndose también a nosotros Paquito “el
Máquina” y su hijo Abraham.
Como había en el grupo algunos que no lo conocían, decidimos visitar “Casa
Quemada” para disfrutar de las vistas del embalse de San Juan, así que con ese
destino el grupo echó a rodar con rumbo norte para dirigirnos hacia el antiguo
camino de Pelayos de la Presa a Villa del Prado.
Comenzamos la subida y tras unos metros de ascenso tuvimos que realizar una
parada para solventar un problema en la bici de Nacho, ya que se le había hecho
una raja en un lateral de la cubierta trasera que tuvimos que tapar para que no
se le saliera la cámara y le ocasionara un reventón.
Tras solventar el problema, el reanudamos la marcha y continuamos con el
ascenso para más adelante reagruparnos todos al llegar al alto en la ladera del
Cerro Rojo, donde nos tomamos unos segundos para recuperar fuerzas antes continuar
ascendiendo unos metros hacia lo que llamamos “el mirador de Paco” para a
continuación descender por un camino entre los pinos hasta la Cañada de Talavera.
Giramos a la izquierda y continuamos ascendiendo por la Cañada hasta
enlazar con el camino de Valdenoches, por el que ascendimos hacia el cerro del
mismo nombre para a continuación descender por el cortafuegos y comenzar a
ascender de nuevo hacia el cerro de Las Mucas por el cortafuegos haciendo
frente a un buen rampón del 22%.
Cuando ya hubimos “coronado” todos, paramos para hacernos una fotito de
grupo, incluyendo a nuestro amigo Jorge de Sevilla la Nueva, que apareció por
allí de repente, para a continuación realizar el descenso hacia Pelayos de la
Presa por las famosas “Zetas de Pelayos”, donde al llegar abajo tuvimos que
esperar unos cuantos minutos a que llegaran Javichy y Paco, que se habían
tomado la bajada “con más precauciones” que el resto.
Nos dirigimos a continuación hacia la carretera M-501, pasando bajo la
misma por un tubo para posteriormente atravesar la “Colonia de San Blas” y
desde allí dirigirnos hacia el Monasterio de Santa María la Real de
Valdeiglesias, donde nos incorporamos al GR-10 en dirección hacia San Martín de
Valdeiglesias.
Tras unos metros por el GR-10 nos desviamos a la derecha para comenzar a
ascender por la ladera del cerro de San Esteban para dirigirnos hacia “Casa
Quemada”, el bonito mirador desde el que se disfrutan unas estupendas vistas
del embalse de San Juan
Y tras aproximadamente dos kilómetros de ascensión llegamos a nuestro
destino, donde los que no lo conocían quedaron fascinados por las vistas y
donde aprovechamos para reponer fuerzas mientras contemplábamos el paisaje y
hacernos también una fotito de grupo.
Después de unos minutos de “charleta” y relax, y pensando en tomarnos unas
cervecitas si llegábamos al pueblo a una “hora prudencial”, emprendimos el
camino de regreso, descendiendo unos metros por el camino por el que habíamos
realizado la subida para a continuación desviarnos y continuar descendiendo por
senderos hasta llegar al muro de contención del embalse, donde pasamos sobre el
mismo para después dirigirnos hacia la gasolinera de Pelayos de la Presa.
Para evitar tomar unos metros la carretera M-501 bordeamos la nueva
estación de tratamiento de aguas de Pelayos de la Presa, pasando después bajo
la carretera M-501 y rodando en paralelo a la misma hasta enlazar con el
comienzo de la vía verde de Picadas, donde sorteando un buen número de
visitantes (al igual que el domingo pasado) llegamos hasta el muro de la presa
y continuamos después con la subida por la carretera y posterior descenso por
la misma hasta desviarnos a la derecha para tomar el camino que va por detrás
del Safari-Park.
Enlazando después con el camino del Molino de Rodeles llegamos hasta la
carretera M-507, cruzando la misma para incorporarnos después al antiguo
trazado del ferrocarril Madrid-Almorox y regresar al pueblo minutos después de
la una tras una bonita ruta de unos 42 kilómetros.
Y tal como habíamos hablado en “Casa Quemada”, al haber llegado a una “hora
prudencial” nada mejor que en la Plaza Mayor al solecito reponer los líquidos
perdidos durante la ruta mientras conversábamos animadamente sobre anécdotas de
la jornada.
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