Tras el “paréntesis” motivado por las fiestas del
pueblo, dispuestos a retomar nuestra actividad sobre la bici para continuar con
nuestra preparación de la Talajara de 120 kilómetros, con bastante fresquito nos
hemos reunido en la Plaza Mayor a las 8,00 horas un buen grupito de siete
integrantes compuesto por Eltiolavara, Jorge, Jose "el Mara",
Transcastro, Alberto y Rafa por parte del Club, uniéndose a nosotros nuestro
amigo Javi, de El Encinar.
Con unos minutillos de retraso motivados por
Transcastro, echamos a rodar con la intención de hacer una rutilla larga para
probar “como estaban las patas”, con lo que nos dirigimos hacia el sureste para
abandonar el pueblo por el antiguo trazado del ferrocarril Madrid-Almorox.
Rodando “deprisita” por el trazado del ferrocarril para
intentar entrar rápido en calor llegamos a la pista asfaltada que va hacia la
ermita de La Poveda, a la que nos incorporamos para dirigirnos hacia la ermita,
pasando junto a la misma para continuar por el “Camino de La Poveda” hacia la carretera
M-507.
Al llegar a la carretera………¡¡Pinchazo de Jose (Mister
Pinchazos)!!!......¡¡Joder, ya empezamos!!. En la parada del bus de Picadas
realizamos la “parada técnica para intentar solventar el problema dando aire a
la rueda por ver si con el líquido se sellaba el pinchazo.
Tras los minutos que nos llevó el tema nos
incorporamos de nuevo a la carretera hasta llegar al puente de "La
Pedrera" sobre el río Alberche, donde tomamos un camino en paralelo al río
con dirección sur para más adelante girar a la izquierda hasta llegar a la
carretera M-510, a la que nos incorporamos durante unos metros hasta girar a la
derecha para tomar un caminito que al principio asciende suavemente pero que
después se convierte en “un cuestón” que en algunos momentos alcanza el 22% de
inclinación, con lo que hay que “aplicarse el cuento”.
Tras el cuestón llegamos a la zona de “Suertes
Viejas”, desde donde nos dirigimos hacia el camino de Navayuncosa para poner
rumbo hacia Villamanta continuando con un ritmo considerable que se vio
interrumpido por la rueda de Jose, que de nuevo se había desinflado.
Intentando solventar el pinchazo cambiando de cámara,
desmontó la rueda con la sorpresa de que por dentro de la cubierta se habían
soltado algunos alambres de la carcasa los cuales eran los causantes los
pinchazos. Como ese ya era un problema mayor, Jose decidió abandonar el grupo y
volverse al pueblo (en las mejores circunstancias posibles).
El resto del grupo reanudamos la marcha hasta llegar a
las cercanías de la carretera M-530, donde Alberto como buen conocedor de la
zona tomó el mando del grupo para guiarnos por un camino que no conocíamos
recorriendo las zonas de Valdeparra y Valdespino hasta descender hasta el
trazado del ferrocarril, al que nos incorporamos para dirigirnos hacia
Villamanta.
Bordeamos el pueblo y en la zona del colegio tomamos
unas calles para atravesar el mismo y cruzando la carretera M-507 incorporarnos
a la Cañada Real Segoviana, por la que “picando p’arriba” en su primera parte
pusimos rumbo hacia Villanueva de Perales.
Tras la primera parte de subida, descendimos a
continuación hasta Villanueva de Perales y nos incorporamos durante unos metros
a la carretera M-524 hasta desviarnos a la derecha para incorporarnos al camino
de Los Chaparrales, por el que en continuos sube-baja enlazamos con el camino
de Las Zorreras y el camino del Plantío, llegando hasta la carretera M-501.
Pasamos bajo la M-501 y nos incorporamos al camino del
Lomo para dirigirnos hacia Brunete ante la insistencia de Transcastro de “dejar
constancia” de que habíamos estado allí, con lo que en una rotonda junto al
cementerio nos hicimos una fotito de grupo para dejar así documento gráfico
sobre nuestra visita a Brunete.
Ya con 50 kilómetros en las piernas tocaba emprender
el camino de regreso, para lo que tomamos la Vereda de los Morales hasta
encontrarnos con la Cañada Real Segoviana, por la que continuamos nuestro
sube-baja hasta llegar al camino de Perales a Chapinería, donde Transcastro y
Eltiolavara ya comenzaban a acusar seriamente la inactividad motivada por las
fiestas.
“Picando p’arriba” nos dirigimos hacia Chapinería,
donde nos internamos unos metros para en una fuente repostar agua antes de
continuar la marcha para encaminarnos hacia nuestra siguiente localidad de
paso, Navas del Rey.
Abandonando Chapinería por el polígono industrial,
tomamos la pista que hay paralela a la carretera M-501 y descendimos hasta la
gasolinera de Navas del Rey, desde donde nos dirigimos hacia el centro del
pueblo para desde allí tomar la carretera que va hasta la urbanización “El
Morro”, que atravesamos para descender hasta el embalse de Picadas, donde nos
encontramos con nuestro compi Antonio “el Granaíno”, al que no veíamos el pelo
desde el año pasado.
Sumando al grupo un integrante más, recorrimos la vía
verde, pasando a continuación sobre el muro de la presa y afrontando después el
ascenso por la carretera hasta llegar al alto, donde nos reagrupamos tras la
subida (que para uno fue un calvario) para proseguir con el posterior descenso
por la carretera hasta desviarnos a la derecha para tomar como es habitual el
camino de detrás del Safari Park, por el que enlazamos con el camino del Molino
de Rodeles hasta llegar a la carretera M-507 a la altura de "El
Rececho" donde cruzamos la carretera para enlazar con el antiguo trazado
del ferrocarril Madrid-Almorox y recorrer los últimos kilómetros hasta llegar
al pueblo.
Llegamos al pueblo escalonados en función del estado
físico de cada uno, ya que a Transcastro y Eltiolavara “el tío del mazo” les
arreó bien tras realizar una estupenda ruta de 97 kilómetros de perfil “rompepiernas”,
que nos ha tenido más de 6 horas dándole al pedal.
Si no hubiera sido porque el parón de las fiestas se
ha hecho notar al final, hemos realizado un fantástico entrenamiento en el que
hemos dado la talla a falta de 15 días del objetivo de “La Talajara” de 120
kilómetros.
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