martes, 19 de septiembre de 2017

Domingo 17 de septiembre (Una buena paliza para las patas)

Tras el “paréntesis” motivado por las fiestas del pueblo, dispuestos a retomar nuestra actividad sobre la bici para continuar con nuestra preparación de la Talajara de 120 kilómetros, con bastante fresquito nos hemos reunido en la Plaza Mayor a las 8,00 horas un buen grupito de siete integrantes compuesto por Eltiolavara, Jorge, Jose "el Mara", Transcastro, Alberto y Rafa por parte del Club, uniéndose a nosotros nuestro amigo Javi, de El Encinar.
Con unos minutillos de retraso motivados por Transcastro, echamos a rodar con la intención de hacer una rutilla larga para probar “como estaban las patas”, con lo que nos dirigimos hacia el sureste para abandonar el pueblo por el antiguo trazado del ferrocarril Madrid-Almorox.
Rodando “deprisita” por el trazado del ferrocarril para intentar entrar rápido en calor llegamos a la pista asfaltada que va hacia la ermita de La Poveda, a la que nos incorporamos para dirigirnos hacia la ermita, pasando junto a la misma para continuar por el “Camino de La Poveda” hacia la carretera M-507.
Al llegar a la carretera………¡¡Pinchazo de Jose (Mister Pinchazos)!!!......¡¡Joder, ya empezamos!!. En la parada del bus de Picadas realizamos la “parada técnica para intentar solventar el problema dando aire a la rueda por ver si con el líquido se sellaba el pinchazo.
Tras los minutos que nos llevó el tema nos incorporamos de nuevo a la carretera hasta llegar al puente de "La Pedrera" sobre el río Alberche, donde tomamos un camino en paralelo al río con dirección sur para más adelante girar a la izquierda hasta llegar a la carretera M-510, a la que nos incorporamos durante unos metros hasta girar a la derecha para tomar un caminito que al principio asciende suavemente pero que después se convierte en “un cuestón” que en algunos momentos alcanza el 22% de inclinación, con lo que hay que “aplicarse el cuento”.
Tras el cuestón llegamos a la zona de “Suertes Viejas”, desde donde nos dirigimos hacia el camino de Navayuncosa para poner rumbo hacia Villamanta continuando con un ritmo considerable que se vio interrumpido por la rueda de Jose, que de nuevo se había desinflado.
Intentando solventar el pinchazo cambiando de cámara, desmontó la rueda con la sorpresa de que por dentro de la cubierta se habían soltado algunos alambres de la carcasa los cuales eran los causantes los pinchazos. Como ese ya era un problema mayor, Jose decidió abandonar el grupo y volverse al pueblo (en las mejores circunstancias posibles).
El resto del grupo reanudamos la marcha hasta llegar a las cercanías de la carretera M-530, donde Alberto como buen conocedor de la zona tomó el mando del grupo para guiarnos por un camino que no conocíamos recorriendo las zonas de Valdeparra y Valdespino hasta descender hasta el trazado del ferrocarril, al que nos incorporamos para dirigirnos hacia Villamanta.
Bordeamos el pueblo y en la zona del colegio tomamos unas calles para atravesar el mismo y cruzando la carretera M-507 incorporarnos a la Cañada Real Segoviana, por la que “picando p’arriba” en su primera parte pusimos rumbo hacia Villanueva de Perales.
Tras la primera parte de subida, descendimos a continuación hasta Villanueva de Perales y nos incorporamos durante unos metros a la carretera M-524 hasta desviarnos a la derecha para incorporarnos al camino de Los Chaparrales, por el que en continuos sube-baja enlazamos con el camino de Las Zorreras y el camino del Plantío, llegando hasta la carretera M-501.
Pasamos bajo la M-501 y nos incorporamos al camino del Lomo para dirigirnos hacia Brunete ante la insistencia de Transcastro de “dejar constancia” de que habíamos estado allí, con lo que en una rotonda junto al cementerio nos hicimos una fotito de grupo para dejar así documento gráfico sobre nuestra visita a Brunete.
Ya con 50 kilómetros en las piernas tocaba emprender el camino de regreso, para lo que tomamos la Vereda de los Morales hasta encontrarnos con la Cañada Real Segoviana, por la que continuamos nuestro sube-baja hasta llegar al camino de Perales a Chapinería, donde Transcastro y Eltiolavara ya comenzaban a acusar seriamente la inactividad motivada por las fiestas.
“Picando p’arriba” nos dirigimos hacia Chapinería, donde nos internamos unos metros para en una fuente repostar agua antes de continuar la marcha para encaminarnos hacia nuestra siguiente localidad de paso, Navas del Rey.
Abandonando Chapinería por el polígono industrial, tomamos la pista que hay paralela a la carretera M-501 y descendimos hasta la gasolinera de Navas del Rey, desde donde nos dirigimos hacia el centro del pueblo para desde allí tomar la carretera que va hasta la urbanización “El Morro”, que atravesamos para descender hasta el embalse de Picadas, donde nos encontramos con nuestro compi Antonio “el Granaíno”, al que no veíamos el pelo desde el año pasado.
Sumando al grupo un integrante más, recorrimos la vía verde, pasando a continuación sobre el muro de la presa y afrontando después el ascenso por la carretera hasta llegar al alto, donde nos reagrupamos tras la subida (que para uno fue un calvario) para proseguir con el posterior descenso por la carretera hasta desviarnos a la derecha para tomar como es habitual el camino de detrás del Safari Park, por el que enlazamos con el camino del Molino de Rodeles hasta llegar a la carretera M-507 a la altura de "El Rececho" donde cruzamos la carretera para enlazar con el antiguo trazado del ferrocarril Madrid-Almorox y recorrer los últimos kilómetros hasta llegar al pueblo.
Llegamos al pueblo escalonados en función del estado físico de cada uno, ya que a Transcastro y Eltiolavara “el tío del mazo” les arreó bien tras realizar una estupenda ruta de 97 kilómetros de perfil “rompepiernas”, que nos ha tenido más de 6 horas dándole al pedal.

Si no hubiera sido porque el parón de las fiestas se ha hecho notar al final, hemos realizado un fantástico entrenamiento en el que hemos dado la talla a falta de 15 días del objetivo de “La Talajara” de 120 kilómetros.

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