De nuevo está aquí el domingo y listos para darle al pedal nos hemos
reunido para la jornada de hoy en la Plaza Mayor de Villa del Prado un grupito
compuesto por Eltiolavara, Jorge, Transcastro, Horacio, Jose, Rafa y Mariano,
que después de tres meses por fin tenía un domingo libre para “sacar la burra a
pasear”.
Para esta jornada habíamos previsto dirigirnos hacia la zona del embalse de
San Juan para disfrutar de los bonitos senderos que hay por aquella zona, por
lo que minutos después de las nueve comenzamos a rodar dirigiéndonos hacia el
norte para tomar el antiguo camino de San Martín de Valdeiglesias a Villa del
Prado.
Con Jorge en cabeza (como si tuviera prisa) tirando de un grupo “bastante
estirado”, realizamos toda la subida sin contratiempos hasta llegar al alto en
la ladera del cerro de Santa Lucía, donde según “el personal” iba llegando
tocaba esperar unos segundos hasta que nos reagrupamos todos.
Continuamos la marcha para dirigirnos hacia la Cañada de Talavera, cruzando
la misma para incorporarnos al camino de San Martín de Valdeiglesias
recorriendo el cortafuegos y pasando junto al “Canto del Pichón” hasta enlazar
con el camino de La Fuenfría, por el que llegamos hasta la carretera M-541, que
atravesamos para continuar dirección San Martín.
Tras cruzar la carretera M-541 continuamos durante unos metros por el
camino de la Fuenfría hasta desviarnos a la izquierda para tomar un sendero
entre los pinos por el que llegamos hasta el "Alto de Castillejos",
desde donde continuamos con dos divertidos descensos por senderos entre los
pinos para enlazar con la pista que conduce al “Bosque Encantado” y que nos llevó
hasta la carretera M-501 junto a la ermita del Cristo de la Sangre de San
Martín de Valdeiglesias.
Cruzamos la carretera M-501 y nos internamos en el pueblo de San Martín,
donde en una fuente repusimos “líquido elemento” antes de continuar atravesando
el pueblo para dirigirnos hacia la zona del polideportivo y desde allí tomar el
camino de Molino Quemado.
Tras un primer tramo de senderos, llegamos al “Canto las Brujas”, donde
hicimos una paradita para hacernos la fotito de grupo con las vistas de El
Tiemblo y el pico “Cabeza de Parra” que tenemos pensado visitar el próximo
domingo.
Después de la fotito reanudamos la marcha para recorrer un nuevo tramo de
senderos por la ladera del “Cerro de La Guache” y cuando Jorge iba a “echar
mano” del teléfono para hacer unas fotos soltó un……¡¡¡Hostias, he perdido el
teléfono!!!.
Aunque Jorge nos animaba a continuar la ruta, decidimos acompañarle “rehaciendo”
el camino para buscar el aparato, y así probar suerte intentando escuchar el
tono mientras no parábamos de llamarle.
Como él pensaba que seguramente se lo habría dejado en la fuente de San
Martín donde habíamos parado a reponer agua, salió “a toda leche” hacia allí,
mientras el resto del grupo fuimos rehaciendo el camino hasta que por suerte
conseguimos encontrar el teléfono, ya que una señora que paseaba con su perro y
que previamente se había encontrado con Jorge lo oyó sonar a un lado del
sendero y nos lo entregó.
Agradeciendo a la señora su “buen gesto” nos dirigimos de regreso hacia San
Martín en busca de Jorge, ya que al haberse ido solo no teníamos manera de
avisarle, y mientras en el trayecto decidíamos si “ser un poco cabrones” y “hacerle
de sufrir” o decirle enseguida que lo teníamos nosotros.
Al llegar a la fuente nos le encontramos “apesadumbrado” por no encontrar
el teléfono, y como habíamos decidido “no ser muy cabrones” tras unos segundos
y “milagrosamente” se oyó sonar el tono del teléfono y se le alegró “el
semblante”, dedicándonos algún “piropo” por ello.
Como ya se nos iba a hacer tarde para hacer la ruta prevista, pensamos que
lo mejor sería dirigirse hacia el pueblo y que a modo de “pago de rescate” por
recuperar el teléfono Jorge se pagara unas cervecitas fresquitas, a lo que
aceptó sin problemas.
Pusimos entonces rumbo de regreso al pueblo, para lo que nos dirigimos de
nuevo hacia la Ermita del Cristo de la Sangre para cruzar la carretera M-501 y
comenzar la subida por la pista asfaltada por la que habíamos bajado
anteriormente para después desviarnos a la izquierda y continuar ascendiendo
por el camino de la Fuenfría “rehaciendo nuestras rodadas” para llegar de nuevo
hasta la carretera M-541.
Recorriendo el camino de la Fuenfría con dirección hacia el pueblo y como
lo hecho hasta ese momento “nos sabía a poco”, decidimos “aderezar ligeramente”
la ruta continuando por ese camino para ascender por la cara sur del “Alto la
Mira” haciendo frente a un par de buenas rampas de hasta el 23%.
Tras llegar al alto, a continuación “descenso vertiginoso” hasta la Cañada
de Talavera y vuelta a ascender, esta vez por un cortafuegos en subida continua
del 18% de inclinación durante unos 400 metros donde contábamos con la “animación”
de las moscas revoloteándonos por la cara.
Después de los dos tramos de cortafuegos consideramos que ya era hora de ir
a por las cervecitas y tomando el camino que transcurre por la cara sur del
cerro de La Puebla enlazamos con el camino de San Martín de Valdeiglesias para
afrontar los últimos kilómetros de la ruta, aunque antes de comenzar el
descenso final hasta
el pueblo nos desviamos a la izquierda para tras pasar una puerta, tomar el
camino que recorre la ladera del cerro Lucía pasando por una explotación
ganadera abandonada y enlazar con el antiguo camino de Villa del Prado a
Pelayos de la Presa, recorriendo unos metros por el mismo hasta desviarnos a la
derecha tomando el divertido senderito que lleva hasta detrás del depósito del
agua de Villa del Prado y continuar desde allí hasta el pueblo.
Aunque no
hemos podido realizar la ruta prevista por la pérdida del teléfono de Jorge, nos
ha salido una buena rutilla de unos 40 kilómetros bonita en su recorrido y con
sus tramos durillos de “entrenamiento” para la visita de la semana que viene al
Valle de Iruelas.
Al llegar al
pueblo nos dirigimos a la Plaza Mayor, desde donde habíamos comenzado la ruta,
para sentarnos en una mesita a tomarnos esas cervecitas por el teléfono de
Jorge y “ya de paso” por el cumple de Jose, aunque tras unos minutos comenzaron
a caer unas gotas que dieron paso a goterones y granizos que no nos dejaron
disfrutar de la terraza con la tranquilidad que hubiéramos querido pero en fin,
al menos dio tiempo a “un par de ellas”.
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