Con la previsión de disfrutar de una climatología estupenda y dispuestos a “regalarnos”
una buena rutita por ser “El día del Padre”, nos hemos reunido en la Plaza
Mayor a la hora de siempre un sexteto compuesto por Horacio, Perejil, Transcastro,
Jorge, Edu y Rafa, uniéndose también al grupo nuestro amigo Javi, de El
Encinar, dispuesto de nuevo a disfrutar de otra mañana en nuestra compañía.
Al ser un día “señalado” en el que tendríamos que cumplir con la familia,
habíamos hablado por el grupo del Whatsapp de hacer una ruta cortita para estar
pronto de vuelta, con lo que con intención de no alejarnos mucho del pueblo
comenzamos a subir “a la aventura” por el antiguo camino de San Martín de
Valdeiglesias a Villa del Prado, con Perejil “evidenciando” un “estado de forma”
que no debe de distar mucho del que pueda tener Bahamontes a día de hoy.
Subíamos por el camino cuando Edu comento……”El otro día corriendo descubrí
un sendero nuevo para enlazar el camino de San Martín y el de Pelayos…..”, así
que fieles a nuestro “espíritu aventurero” nos encomendamos a sus indicaciones,
y continuamos subiendo por el camino de San Martín hasta desviarnos a la
derecha para tras pasar junto a una puerta tomar el camino que recorre la
ladera del cerro Lucía y lleva hasta una explotación ganadera abandonada, punto
donde comenzaba el “supuesto sendero”.
Al llegar junto a los restos de las construcciones, siguiendo las
instrucciones de Edu nos incorporamos a unas “rodadas” por las que tras
recorrer unos metros nos encontramos…..¡¡Con un rampón del 27%!!!.
Con los comentarios de…¡¡Cabrón, donde nos has traído!!, comenzamos a subir
el rampón, teniendo poco a poco que ir poniendo todos pie a tierra, menos
Jorge, que aunque tuvo que tirarse al suelo después para “tomar aire” consiguió
subirlo casi entero sobre la bici.
Tras el rampón llegamos a un pequeño claro en la ladera del “cerro del
Juego de Bolos”, donde “el rastreador” Edu, comenzó a dudar por donde
continuar, optando finalmente por un sendero entre las chaparras que más
adelante desapareció…..(parece que no es por aquí, comentaba), con lo que
terminamos “jabalineando” por la ladera recorriendo lo que parecían senderos de
los ciervos o jabalíes.
Finalmente y tras un rato de “exploración” entre las jaras y encinas
encontramos un camino por el que conseguimos incorporarnos al camino de Pelayos
y continuar con el ascenso hasta llegar a la ladera del Cerro Rojo, donde
estuvimos esperando al “rezagado” Perejil para en vez de continuar hacia
Pelayos desviarnos a la izquierda para rodar unos metros por un camino antes de
desviarnos a la izquierda para por un cortafuegos comenzar a ascender por la
ladera del “cerro de La Puebla”.
Molinillo “p’arriba” ascendimos por el cortafuegos hasta llegar a la cima
(936 metros) con Perejil coronando un ratillo después y “llamándonos de todo”, mientras
al solecito y con unas impresionantes vistas de la zona hacíamos la “parada
barrita” de la jornada.
Tras reponer fuerzas, retomamos la marcha realizando un vertiginoso
descenso “ladera abajo” por el cortafuegos para después incorporarnos a la
Cañada de Talavera justo al comienzo de la cuesta asfaltada, por la que de
nuevo tocaba realizar una subidita para continuar después con un descenso hasta
la carretera N-403.
Tomamos unos metros la carretera y nos desviamos a la izquierda para llegar
junto a la laguna del manantial del Andrinoso, donde de nuevo afrontamos a
nuestra izquierda un rampón del 25%, donde ésta vez únicamente Rafa pudo
subirlo dando pedales, con el resto del grupo haciendo algo de “empuja-bike”.
Al coronar el cerro nos incorporamos a un cortafuegos por el que nunca habíamos
rodado y por el que fuimos a salir a un trozo de la antigua N-403, bajando por
el asfalto hasta una cantera junto a la actual carretera, donde comenzamos a
recorrer un bonito “sendero-cortafuegos” que transcurre entre los pinos junto a
la misma por el que llegamos junto al cruce de la N-403 y la M-507, donde
cruzamos la carretera para continuar recorriendo el pinar hasta llegar a la
Cañada de Talavera.
Cuando íbamos a reanudar la marcha tras reagruparnos después de la bajada,
descubrimos un sendero de nueva creación que entre los pinos nos condujo al
punto donde queríamos llegar, o sea los tubos para cruzar bajo la N-403 al otro
lado.
Contentos por haber descubierto un nuevo senderito, tras cruzar la
carretera de nuevo comenzaba un ascenso por la ladera del cerro de Pino Romero
hasta llegar a la pista hormigonada que enlaza El Encinar del Alberche y El
Romillo, por la que continuamos ascendiendo hasta llegar a la puerta de entrada
a El Encinar.
Junto a la puerta el grupo se dividió en dos, ya que Perejil, Edu y Horacio
no estaban por la labor de subir más cuestas y decidieron bajarse al pueblo por
la carretera, mientras que Javi ya se quedaba en su casa y Jorge, Gabriel, y
Rafa continuaron la ruta por el cortafuegos que bordea toda la toda la parte
sur de la urbanización haciendo frente a otras buenas rampas.
Tras bordear El Encinar descendimos hasta el arroyo de Arrofresnos, donde a
continuación nos esperaba el último rampón del 20% para subir por la ladera del
cerro Crespo, mientras Gabriel comentaba…..¡¡Si no “reventamos” hoy………..!!!.
Conseguimos los tres subir el rampón sin poner pie a tierra y a
continuación bajamos por el divertido senderito entre las encinas hasta el
arroyo Arrelobos, para continuar con la subida final y posterior descenso que
nos condujo hasta el Polígono Industrial, donde llegamos unos minutos después
de las 12,30 horas.
Aunque ha sido una ruta cortita, (únicamente unos 31 kilómetros) ha sido
bastante intensa, con varios rampones de entre el 20% y el 27% que nos han
puesto “las patas” y “la caldera” a tope, añadiendo además una temperatura
espectacular durante toda la mañana y cumpliendo nuestro objetivo de estar
prontito de vuelta.
Y el próximo domingo, si la climatología no lo impide, comenzamos con
nuestras rutas mensuales!!!
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