Después de un sábado con una climatología espectacular y con previsión de
continuar al menos hasta mediodía del domingo, deseosos de irnos “despojando”
de la indumentaria de invierno nos hemos reunido en la Plaza Mayor a la hora de
siempre un sexteto compuesto por Eltiolavara, Horacio, Alberto, Transcastro, Jorge
y Rafa. A última hora se unieron al grupo Toni y Angel “Lechero”, dispuestos de
nuevo a acompañarnos en otra de nuestras andanzas dominicales.
Tal como habíamos hablado mediante el grupo del Whatsapp, para hoy teníamos
previsto en el recorrido de nuevo una parte “arqueológica” en la que
intentaríamos encontrar algunas de las tumbas de la necrópolis visigoda de
Piedraescrita, además de investigar una trialera inédita por la zona de Cadalso
de los Vidrios.
Y con ese objetivo echamos a rodar minutos después de las nueve para
abandonar el pueblo por el camino del Valle, cruzando el arroyo de los
Arrelobos y tras una buena subida con posterior descenso cruzamos también el
arroyo Arrofresno para a continuación llegar hasta el camino del Majanal, que
atravesamos para pasar junto a una laguna que forma el arroyo de Navacarrala y
girar a la derecha para comenzar poco a poco con el ascenso con dirección a El
Encinar del Alberche.
Entre las encinas y las jaras realizamos por un sendero un bonito ascenso
por el cerro de Los Valles hasta llegar a las cercanías de El Encinar del
Alberche, donde para incorporarnos al camino nos encontramos con la sorpresa
que habían colocado una valla de alambre “con pinta” de ser muy reciente, ya
que tenía un brillo “anormal”.
Pasamos las bicis por encima y sorteamos la valla para incorporarnos a un
camino por el que realizamos un rápido descenso hasta la zona de los “Prados de
Valdeolivas”, desde donde pusimos rumbo hacia Almorox tomando un camino para
enlazar con el antiguo trazado del ferrocarril Madrid-Almorox por el que
llegamos hasta el pueblo.
Atravesamos a continuación el pueblo para tomar un nuevo camino con
posterior sendero por el que salimos al camino de Los Enebrales, por el que
bajamos hasta el arroyo Tordillos para a continuación hacer frente a un ascenso
de unos tres kilómetros con unas buenas rampas, siendo la mayoría de la subida
por firme de hormigón, donde “las patas” se nos pusieron bien a tono y donde
desde el inicio Toni puso un ritmo imposible de seguir para los demás, con lo
que le perdimos de vista hasta llegar al alto, donde nos estaba esperando.
El ascenso nos condujo hasta la Cañada de Talavera, que tomamos unos metros
a nuestra izquierda hasta desviarnos a la derecha para pasar unas puertas y
dirigirnos hacia donde se encuentran las tumbas de la necrópolis visigoda de
Piedraescrita.
Como las tumbas al parecer se encuentran muy diseminadas por la zona y
además “semiescondidas” entre las encinas y los matorrales sólo conseguimos
encontrar una, aprovechando el lugar para al solecito hacer la “parada barrita”
de la jornada además de la fotito de grupo.
Tras reponer fuerzas, reanudamos la marcha “volviendo sobre nuestras
rodadas” para regresar hasta la Cañada de Talavera y tras cruzar la carretera
M-544 continuar por la Cañada para más adelante desviarnos a la izquierda “poniendo
rumbo” hacia Cadalso de los Vidrios rodando por una pista asfaltada que
transcurre por la zona del “Lanchar de la Osa” y por la que llegamos hasta la
carretera M-507.
Cruzamos la carretera y nos incorporamos al camino del Canto del Agua para
dirigirnos al pueblo, donde como algunos íbamos “justos” de agua nos dirigimos
hacia nuestro lugar habitual de “avituallamiento líquido”, que no es otro que el
cementerio de Cadalso.
Después de reponer “líquido elemento”, llegó la hora de poner rumbo de
regreso al pueblo, para lo que tomamos un divertido tramo de senderos para
dirigirnos hacia la zona de “El Piquillo”, comenzando con un descenso entre los
pinos para posteriormente abandonar el camino y tomar un sendero “semi-oculto”
que más adelante se convierte en una trialera por la que bajar hasta la vía
pecuaria del arroyo del Boquerón.
Inédita para nosotros hasta ahora ya que era la primera vez que la
hacíamos, la trialera es bastante técnica y con mucha piedra suelta además de
un desnivel importante, lo que hacía que en algunas ocasiones costara bastante
frenar la bici.
Todos en algún momento de la bajada tuvimos que poner “pie a tierra”, siendo
Transcastro “el chalao” que más tiempo se mantuvo sobre la bici y llegando
abajo el primero, seguido de Alberto y Rafa.
Esperamos al final de la trialera a que llegaran Angel, Toni y Horacio (los
que más suela de las zapatillas gastaron) y reanudamos la marcha rodando por la
vía pecuaria del Boquerón con dirección ascendente hasta llegar a la carretera
M-542, que cruzamos para tomar un sendero por el que pasamos junto a la laguna
del manantial del Andrinoso, tomando a continuación durante unos metros la
carretera N-403 hasta enlazar con la pista asfaltada que lleva hasta la Cañada
de Talavera.
Tras rodar por la pista asfaltada, tras bajar por la cuesta que recorre la
ladera del cerro Otanejo nos desviamos a la derecha para enlazar con el camino
de San Martín del Valdeiglesias y afrontar los últimos kilómetros hasta el
pueblo, aunque antes de afrontar el descenso final nos desviamos a la izquierda
para tras pasar una puerta, tomar el camino que recorre la ladera del cerro
Lucía pasando por una explotación ganadera abandonada y enlazar con el antiguo
camino de Villa del Prado a Pelayos de la Presa, recorriendo unos metros por el
mismo hasta desviarnos a la derecha (todos menos Horacio, que ya iba “cascadillo”)
para tomar el divertido senderito que lleva hasta detrás del depósito del agua
de Villa del Prado y continuando desde allí hasta el pueblo.
Y así terminamos nuestra ruta en la primera jornada “primaveral” del año,
donde algunos por fin pudimos “enseñar cacha” tras un invierno que va tocando a
su fin marcándonos un buen rutón de 50 kilómetros y más de 1.000 metros de
desnivel en el que hemos recorrido algunos tramos inéditos para nosotros (sobre
todo la trialera) y que ha hecho que alguno llegara a casa “madurito”.
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