martes, 14 de marzo de 2017

Domingo 12 de marzo de 2017 (Primera jornada "primaveral" del año)



Después de un sábado con una climatología espectacular y con previsión de continuar al menos hasta mediodía del domingo, deseosos de irnos “despojando” de la indumentaria de invierno nos hemos reunido en la Plaza Mayor a la hora de siempre un sexteto compuesto por Eltiolavara, Horacio, Alberto, Transcastro, Jorge y Rafa. A última hora se unieron al grupo Toni y Angel “Lechero”, dispuestos de nuevo a acompañarnos en otra de nuestras andanzas dominicales.
Tal como habíamos hablado mediante el grupo del Whatsapp, para hoy teníamos previsto en el recorrido de nuevo una parte “arqueológica” en la que intentaríamos encontrar algunas de las tumbas de la necrópolis visigoda de Piedraescrita, además de investigar una trialera inédita por la zona de Cadalso de los Vidrios.
Y con ese objetivo echamos a rodar minutos después de las nueve para abandonar el pueblo por el camino del Valle, cruzando el arroyo de los Arrelobos y tras una buena subida con posterior descenso cruzamos también el arroyo Arrofresno para a continuación llegar hasta el camino del Majanal, que atravesamos para pasar junto a una laguna que forma el arroyo de Navacarrala y girar a la derecha para comenzar poco a poco con el ascenso con dirección a El Encinar del Alberche.
Entre las encinas y las jaras realizamos por un sendero un bonito ascenso por el cerro de Los Valles hasta llegar a las cercanías de El Encinar del Alberche, donde para incorporarnos al camino nos encontramos con la sorpresa que habían colocado una valla de alambre “con pinta” de ser muy reciente, ya que tenía un brillo “anormal”.
Pasamos las bicis por encima y sorteamos la valla para incorporarnos a un camino por el que realizamos un rápido descenso hasta la zona de los “Prados de Valdeolivas”, desde donde pusimos rumbo hacia Almorox tomando un camino para enlazar con el antiguo trazado del ferrocarril Madrid-Almorox por el que llegamos hasta el pueblo.
Atravesamos a continuación el pueblo para tomar un nuevo camino con posterior sendero por el que salimos al camino de Los Enebrales, por el que bajamos hasta el arroyo Tordillos para a continuación hacer frente a un ascenso de unos tres kilómetros con unas buenas rampas, siendo la mayoría de la subida por firme de hormigón, donde “las patas” se nos pusieron bien a tono y donde desde el inicio Toni puso un ritmo imposible de seguir para los demás, con lo que le perdimos de vista hasta llegar al alto, donde nos estaba esperando.
El ascenso nos condujo hasta la Cañada de Talavera, que tomamos unos metros a nuestra izquierda hasta desviarnos a la derecha para pasar unas puertas y dirigirnos hacia donde se encuentran las tumbas de la necrópolis visigoda de Piedraescrita.
Como las tumbas al parecer se encuentran muy diseminadas por la zona y además “semiescondidas” entre las encinas y los matorrales sólo conseguimos encontrar una, aprovechando el lugar para al solecito hacer la “parada barrita” de la jornada además de la fotito de grupo.
Tras reponer fuerzas, reanudamos la marcha “volviendo sobre nuestras rodadas” para regresar hasta la Cañada de Talavera y tras cruzar la carretera M-544 continuar por la Cañada para más adelante desviarnos a la izquierda “poniendo rumbo” hacia Cadalso de los Vidrios rodando por una pista asfaltada que transcurre por la zona del “Lanchar de la Osa” y por la que llegamos hasta la carretera M-507.
Cruzamos la carretera y nos incorporamos al camino del Canto del Agua para dirigirnos al pueblo, donde como algunos íbamos “justos” de agua nos dirigimos hacia nuestro lugar habitual de “avituallamiento líquido”, que no es otro que el cementerio de Cadalso.
Después de reponer “líquido elemento”, llegó la hora de poner rumbo de regreso al pueblo, para lo que tomamos un divertido tramo de senderos para dirigirnos hacia la zona de “El Piquillo”, comenzando con un descenso entre los pinos para posteriormente abandonar el camino y tomar un sendero “semi-oculto” que más adelante se convierte en una trialera por la que bajar hasta la vía pecuaria del arroyo del Boquerón.
Inédita para nosotros hasta ahora ya que era la primera vez que la hacíamos, la trialera es bastante técnica y con mucha piedra suelta además de un desnivel importante, lo que hacía que en algunas ocasiones costara bastante frenar la bici.
Todos en algún momento de la bajada tuvimos que poner “pie a tierra”, siendo Transcastro “el chalao” que más tiempo se mantuvo sobre la bici y llegando abajo el primero, seguido de Alberto y Rafa.
Esperamos al final de la trialera a que llegaran Angel, Toni y Horacio (los que más suela de las zapatillas gastaron) y reanudamos la marcha rodando por la vía pecuaria del Boquerón con dirección ascendente hasta llegar a la carretera M-542, que cruzamos para tomar un sendero por el que pasamos junto a la laguna del manantial del Andrinoso, tomando a continuación durante unos metros la carretera N-403 hasta enlazar con la pista asfaltada que lleva hasta la Cañada de Talavera.
Tras rodar por la pista asfaltada, tras bajar por la cuesta que recorre la ladera del cerro Otanejo nos desviamos a la derecha para enlazar con el camino de San Martín del Valdeiglesias y afrontar los últimos kilómetros hasta el pueblo, aunque antes de afrontar el descenso final nos desviamos a la izquierda para tras pasar una puerta, tomar el camino que recorre la ladera del cerro Lucía pasando por una explotación ganadera abandonada y enlazar con el antiguo camino de Villa del Prado a Pelayos de la Presa, recorriendo unos metros por el mismo hasta desviarnos a la derecha (todos menos Horacio, que ya iba “cascadillo”) para tomar el divertido senderito que lleva hasta detrás del depósito del agua de Villa del Prado y continuando desde allí hasta el pueblo.
Y así terminamos nuestra ruta en la primera jornada “primaveral” del año, donde algunos por fin pudimos “enseñar cacha” tras un invierno que va tocando a su fin marcándonos un buen rutón de 50 kilómetros y más de 1.000 metros de desnivel en el que hemos recorrido algunos tramos inéditos para nosotros (sobre todo la trialera) y que ha hecho que alguno llegara a casa “madurito”.


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