martes, 17 de mayo de 2016

Domingo 15 de mayo de 2016 (De rutón entre Ávila y Villa del Prado)



Y llegó por fin el esperado día para el que habíamos previsto nuestro “rutón del año”, consistente en un recorrido entre Ávila y Villa del Prado y para el que nos reunimos un buen grupo compuesto por Eltiolavara, Transcastro, Granaíno, Alberto, Perejil, Horacio, Senderitos, Jose y Rafa, además del “Caracol” Jorge, que se unía a nosotros para hacer esta ruta.
Habíamos quedado a las 7,00 horas en la estación de autobuses, poniendo rumbo a Ávila minutos después para llegar a nuestro destino alrededor de las 8,00 y disponernos a prepararnos nosotros y las bicicletas bajo una pertinaz lluvia.
Tras una fotito junto a las murallas de Ávila, comenzamos a rodar junto a las murallas para posteriormente abandonar el “casco antiguo” de la ciudad y dirigirnos hacia la carretera CL-505 para tras unos pocos metros abandonar el asfalto y comenzar a rodar por camino ya con los pies calados por la lluvia y el agua del asfalto…(joder, ¡¡¡y eso casi sin haber empezado!!!!).
Por un camino embarrado y lleno de charcos que teníamos que ir esquivando para no empaparnos más todavía llegamos hasta una pista de zahorra que tomamos a nuestra derecha para dirigirnos hacia la primera localidad de nuestro recorrido, Tornadizos de Ávila.
Llegamos a Tornadizos y bordeando el pueblo continuamos la marcha por la pista de zahorra rodando en paralelo a la carretera CL-505 para tras un pequeño tramo de “furtiveo” pasando un par de puertas (es lo que tiene cuando un camino público atraviesa una finca privada) para salir de nuevo a la carretera CL-505 justo en el “Puerto de Las Pilas”, donde cruzamos la carretera para comenzar a recorrer la parte más bonita de la ruta, consistente en un descenso por trialera-sendero hacia el valle de Herradón de Pinares.
Tras las lluvias caídas, resultó que la trialera en muchos tramos se había convertido en un buen arroyo, lo que nos obligó sobre todo en los tramos de piedra a echar pie a tierra para evitar “males mayores” al tocar el freno.
Con “Senderitos” cerrando el grupo y echando “flores” de la trialera, pasamos esa primera parte mas “chunga” técnicamente para tras reagruparnos continuar con el descenso ya por un senderito asequible y sin dificultades por el que después de mojarnos los pies cruzando el arroyo de la Cañada de los Carriles llegamos hasta una pista asfaltada que nos condujo hasta El Herradón de Pinares.
Atravesamos el pueblo y rodando por un camino en paralelo al río de La Gaznata salimos a la carretera AV-P-305 y después a la AV-P-306 que recorrimos durante unos cinco kilómetros hasta desviarnos a la izquierda para tomar el camino de La Gaznata y continuar rodando en paralelo al río del mismo nombre hasta llegar a su desembocadura en el embalse de El Burguillo.
Con un embalse de El Burguillo “hasta las trancas”, fuimos recorriendo toda la “recula” por su margen derecha (con parada para fotito incluida) hasta llegar al puente de La Gaznata, donde nos incorporamos a la carretera N-403 durante unos cuatro kilómetros hasta llegar junto al muro del embalse de “El Burguillo”.
Desde allí nos dirigimos hacia el comienzo de otra de las “partes bonitas” de la ruta, un senderito que transcurre por la ladera de “Los Llanitos” y bordeando el embalse de El Charco del Cura donde de nuevo disfrutamos mucho antes de llegar hasta el muro del embalse, donde hubo “parada barrita”, fotito, y minutos de relax junto al rebosadero.
Reanudamos la marcha y bordeando El Tiemblo tomando el camino de Navalaceña (que más que camino es una carretera asfaltada, aunque no tiene apenas tráfico) y por la que rodamos durante varios kilómetros hasta llegar junto a la carretera AV-502, que cruzamos para comenzar un corto descenso hasta llegar al arroyo Tórtolas.
Cruzamos el arroyo por un “currado” puente hecho con troncos y palets (el arroyo llevaba demasiada corriente para cruzarlo en bici) y comenzamos con la parte “más chunga” de la jornada, un ascenso por el camino de la Aliseda acompañados por un sol que ya calentaba “de lo lindo” y que nos restó buena parte de las fuerzas existentes.
El camino de La Aliseda nos llevó hasta San Martín de Valdeiglesias, atravesando el pueblo (sin dejarnos pendiente ninguna señal de “dirección prohibida”) para llegar hasta la ermita del Cristo de la Sangre, donde cruzamos la carretera M-501 para comenzar el “último escollo” de la jornada, la ascensión por el camino asfaltado de Maroñones donde tras un par de buenas rampas enlazamos con el camino de La Fuenfría para poner rumbo hacia Villa del Prado.
Ya en esta última subida las fuerzas escaseaban principalmente en Horacio y Perejil, haciéndose presente la famosa “subida de bola”, que obligó a Horacio a hacer unos tramos de “empuja-bike”.
Llegamos hasta la carretera M-541 y cruzamos para continuar por el camino de La Fuenfría hasta enlazar con el camino de San Martín y afrontar el descenso final que nos llevó hasta Villa del Prado.
En una mañana que en lo climatológico no había comenzado muy bien, poco a poco fue mejorando y se convirtió en una mañana espectacular, como se merecía esta fantástica ruta que realizamos entre Ávila y Villa del Prado de unos 76 kilómetros de recorrido en la que disfrutamos muchísimo.
Y para terminar, como es habitual tras nuestras rutas mensuales, en la Plaza Mayor repusimos fuerzas con unas buenas cervecitas y raciones que nos supieron a gloria después del esfuerzo realizado.



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