martes, 9 de febrero de 2016

Domingo 7 de febrero de 2016 (contra el barro y el viento)



Tras una noche pasada por agua, ha amanecido un domingo bastante fresquito aunque sin riesgo de lluvia, juntándonos a la hora de siempre en la Plaza Mayor un grupito compuesto por Eltiolavara, Transcastro, Jose, Horacio, Perejil, Rafa y Edu, que se unió al grupo cuando habíamos iniciado la marcha. También se unieron al grupo los "Caracoles" Jorge y Mariano.
Como se había anunciado en Facebook que había quedado abierto al paso el "camino vecinal de la Viña de Pesceto", decidimos ir a recorrerlo por primera vez, saliendo del pueblo por el camino de Picañejo, desviándonos a la derecha tras bajar la cuesta para tomar el mencionado camino.
Cruzamos el arroyo y nos encontramos con los primeros barros de la ruta, lo que hacía prever que la jornada iba a ser "durilla". Pasamos la puerta abierta recientemente y ascendimos por la ladera del cerro del Cuquillar, encontrándonos al poco con una nueva puerta cerrada con una cadena y candado "relucientes e impolutos", quedando claro que "el interesado" no había perdido el tiempo en pasarse por la ferretería.
Tras valorar diversas opciones, decidimos que mejor no meternos en líos y retrocedimos sobre nuestras rodadas para tomar otro camino por el que llegamos hasta la carretera M-507, donde nos encontramos con otra puerta que no quedó mas remedio que "sortear".
Atravesamos la carretera y rodamos en paralelo a la misma hasta llegar a la altura de El Rececho, donde de nuevo cruzamos la carretera para incorporarnos al camino del Molino de Rodeles, por el que rodando por el barro pasamos por la parte de atrás del Safari Park hasta enlazar con la carretera de Picadas, que tomamos con dirección a la presa.
Cruzamos sobre el muro para a continuación rodar junto al embalse a ritmo alto hasta llegar a la explanada donde a la derecha comienza la pista que sube hasta la urbanización "El Morro", por donde comenzamos a ascender durante unos metros hasta desviarnos a la izquierda para tomar un sendero bastante técnico y "con peligros" que transcurre por la ladera del cerro del Morro, donde Jorge a punto estuvo de "bajar rodando" hasta el pantano.
El sendero nos condujo a una recula del embalse donde comenzaba "el plato fuerte" de la jornada, con un ramón de hormigón de unos 500 metros que sube hasta la urbanización "El Morro" con porcentajes que llegaban hasta el 29%, donde sólo Eltiolavara, Mariano, Transcastro y Rafa subieron sin echar pie a tierra.
Nos reagrupamos en el alto ya en la urbanización para tomarnos unos minutos en los que "bajar pulsaciones", reanudando posteriormente la marcha por la carretera hasta desviarnos a la derecha para tomar un camino y a continuación unos senderos donde al solecito y protegiéndonos del viento hicimos la "parada barrita" de la jornada, para después continuar hasta enlazar con la carretera que comunica la urbanización "El Morro" con Navas del Rey.
A la entrada del pueblo una parte del grupo se fue a reponer agua mientras el resto esperamos a su regreso para todos juntos retomar la marcha rodando por la carretera M-855 durante aproximadamente un kilómetro y medio luchando contra el aire de cara, que soplaba con bastante fuerza.
Nos desviamos a la izquierda para tomar el camino de San Martín, por el que llegamos hasta la torre de hormigón que hay sobre el cerro de San Juan, desde donde a continuación realizamos un vertiginoso descenso por un cortafuegos que nos llevó hasta la orilla del embalse de Picadas.
Desde allí nos dirigimos hasta la carretera M-501, que cruzamos para pasar por debajo del puente sobre el embalse y tomar un senderito junto al agua evitando así el peligroso desvío desde la carretera.
Tras una nueva fotito junto al agua del embalse, continuamos pedaleando por un senderito entre zarzas hasta salir al inicio de la vía verde de Picadas, donde giramos a la derecha para encarar la subida por la pista asfaltada de "la depuradora", para a continuación descender hasta la laguna del arroyo de Las Labores y hacer frente al último ascenso de la jornada por el antiguo camino de Villa del Prado a Pelayos de la Presa, que por suerte nos encontramos en mejores condiciones de lo que esperábamos ya que veníamos con las piernas "pegadillas".
Tras reagruparnos en el alto, emprendimos el descenso final hacia el pueblo, donde llegamos todos con las reservas al límite.
Nos ha salido una buena rutilla de casi 40 kilómetros en la que hemos tenido que "luchar contra los elementos" en forma de barro y viento, lo que ha hecho que termináramos la ruta con las piernas "bien calentitas", aunque habiendo disfrutado de otra estupenda jornada de mountain bike.



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