Tal y como estaba
"marcado" en nuestro calendario, para la jornada de hoy teníamos
previsto realizar la "ruta mensual" del mes de mayo, que en esta
ocasión consistía en realizar un recorrido por la llanura castellana entre
Torrijos y Toledo.
Habíamos quedado en la estación
de autobuses a las 8,45 horas, y allí nos hemos dado cita Eltiolavara, Horacio,
Perejil, Transcastro, Miguel, Manolo Beades y Rafa. Tras cargar las bicis en la
fregoneta de Manolo pusimos rumbo hacia Torrijos, realizando el trayecto sin
complicaciones y aparcando los vehículos en un gran parking al aire libre donde
estuvimos esperando a Raúl, que llegaría directamente desde Madrid para no
pasar por Villa del Prado y que se retrasó más de media hora, con lo que
echamos a rodar pasadas las nueve y media de la mañana.
Comenzamos la ruta pedaleando con
el aire en contra pasando por debajo de la autovía A-40 para tomar un camino (o
eso era hasta hace nada) que estaba recién asfaltado, y por el que en unos
minutos llegamos a Barcience. Atravesamos el pueblo y continuamos por otro
camino con dirección a Rielves, con un tramo del camino que los tractores
habían dejado hecho "una m....".
Bordeamos el pueblo de Rielves
por las afueras y continuamos nuestra marcha rodando entre sembrados por el
camino de Rielves a Bargas, donde tras cruzar el río Guadarrama tuvimos que
hacer frente al mayor ascenso de la jornada hasta llegar a Bargas, por una
pista que en continua subida nos llevó hasta las cercanías de la autovía A-40,
donde hicimos la primera "parada barrita" de la jornada.
Tras reponer fuerzas, mientras
empezaba a notarse el calor reanudamos la marcha y atravesamos el pueblo de
Bargas, desviándonos a la derecha a la salida del pueblo para tomar el camino
de Valparaíso, por el que en ligero descenso aunque con algún pequeño repechito
nos acercábamos cada vez más a nuestro objetivo, Toledo.
El camino nos llevó a enlazar con
una pista asfaltada donde hicimos una paradita para una fotito con la ciudad de
Toledo a nuestra espalda, bajando después por la pista hasta la ciudad, pasando
por un puente sobre la circunvalación y comenzando entonces nuestra ruta
turística por la ciudad.
Y así nos recorrimos varios
bonitos lugares de Toledo como la puerta de la Bisagra, El Alcázar o la
Catedral, donde en su plaza hicimos una nueva "parada barrita" para
reponer fuerzas antes de emprender el camino de regreso a Torrijos.
Reanudamos la ruta callejeando
para bajar hasta el río Tajo, donde tomamos el camino natural del Tajo, que
discurre por la orilla del río y por el que tras un tramo de asfalto llegamos a
enlazar con el camino de Albarreal, mientras "Lorenzo" nos calentaba
en la chepa cada vez más.
Y así, transitando por el camino
de Albarreal, recorrimos kilómetros y kilómetros entre enormes plantaciones de
regadío, mientras suspirábamos porque alguno de los aspersores nos regara con
su agua o por que apareciera alguna nube en el cielo.
Por el camino de Albarreal
salimos hasta una especie de ermita, donde nos desviamos para tomar el camino
de Cambrillos a Rielves, donde ahora sí, había unos aspersores que regaban una
pequeña parte del camino, lo que aprovechamos para intentar ponernos debajo y
refrescarnos un poco para llevar mejor "la torraera" que estaba
cayendo, ya que nos encontrábamos en medio de la llanura castellana a eso de
las dos de la tarde.
Proseguimos por el camino de
Cambrillos hasta las cercanías de Rielves, donde a la sombra de un gran pino
paramos durante unos minutos para refrescarnos y de paso cambiar las pilas al
gps, que "se había muerto" unos metros antes.
Con una "pereza de muerte"
por salir de debajo del pino a "la solanera", reanudamos la marcha
tomando una vía de servicio asfaltada que transcurría en paralelo a la autovía
A-40, por la que rodamos bajo un sol aplanador con Torrijos en el horizonte
como si fuera un espejismo.
La vía de servicio nos llevó a
enlazar con el camino de la Vega, por el que finalmente regresamos a Torrijos
pasadas las tres de la tarde (con la fresca), atravesando las vías del tren
para bordear el pueblo y dirigirnos al parking desde el que habíamos comenzado
la ruta.
Y así llegamos a Torrijos
deseando "asaltar" la nevera con la bebida fresquita, después de
haber realizado la "Titán Torrijos" a "treinta y pico
grados" y recorrer los más de 77 kilómetros bajo una torraera de impresión
que nos dejó buen tono rojillo en brazos y piernas.
Como no podía ser de otra manera,
a la sombrita de un par de plataneros vaciamos prácticamente la nevera de la
bebida, reponiendo fuerzas con nuestro avituallamiento sólido habitual, que nos
supo a "más que gloria" mientras comentábamos una ruta en la que su
mayor encanto fue el recorrido por Toledo.
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