martes, 12 de mayo de 2015

Domingo 10 de mayo de 2015 (La primera "torraera" del año)



Tal y como estaba "marcado" en nuestro calendario, para la jornada de hoy teníamos previsto realizar la "ruta mensual" del mes de mayo, que en esta ocasión consistía en realizar un recorrido por la llanura castellana entre Torrijos y Toledo.
Habíamos quedado en la estación de autobuses a las 8,45 horas, y allí nos hemos dado cita Eltiolavara, Horacio, Perejil, Transcastro, Miguel, Manolo Beades y Rafa. Tras cargar las bicis en la fregoneta de Manolo pusimos rumbo hacia Torrijos, realizando el trayecto sin complicaciones y aparcando los vehículos en un gran parking al aire libre donde estuvimos esperando a Raúl, que llegaría directamente desde Madrid para no pasar por Villa del Prado y que se retrasó más de media hora, con lo que echamos a rodar pasadas las nueve y media de la mañana.
Comenzamos la ruta pedaleando con el aire en contra pasando por debajo de la autovía A-40 para tomar un camino (o eso era hasta hace nada) que estaba recién asfaltado, y por el que en unos minutos llegamos a Barcience. Atravesamos el pueblo y continuamos por otro camino con dirección a Rielves, con un tramo del camino que los tractores habían dejado hecho "una m....".
Bordeamos el pueblo de Rielves por las afueras y continuamos nuestra marcha rodando entre sembrados por el camino de Rielves a Bargas, donde tras cruzar el río Guadarrama tuvimos que hacer frente al mayor ascenso de la jornada hasta llegar a Bargas, por una pista que en continua subida nos llevó hasta las cercanías de la autovía A-40, donde hicimos la primera "parada barrita" de la jornada.
Tras reponer fuerzas, mientras empezaba a notarse el calor reanudamos la marcha y atravesamos el pueblo de Bargas, desviándonos a la derecha a la salida del pueblo para tomar el camino de Valparaíso, por el que en ligero descenso aunque con algún pequeño repechito nos acercábamos cada vez más a nuestro objetivo, Toledo.
El camino nos llevó a enlazar con una pista asfaltada donde hicimos una paradita para una fotito con la ciudad de Toledo a nuestra espalda, bajando después por la pista hasta la ciudad, pasando por un puente sobre la circunvalación y comenzando entonces nuestra ruta turística por la ciudad.
Y así nos recorrimos varios bonitos lugares de Toledo como la puerta de la Bisagra, El Alcázar o la Catedral, donde en su plaza hicimos una nueva "parada barrita" para reponer fuerzas antes de emprender el camino de regreso a Torrijos.
Reanudamos la ruta callejeando para bajar hasta el río Tajo, donde tomamos el camino natural del Tajo, que discurre por la orilla del río y por el que tras un tramo de asfalto llegamos a enlazar con el camino de Albarreal, mientras "Lorenzo" nos calentaba en la chepa cada vez más.
Y así, transitando por el camino de Albarreal, recorrimos kilómetros y kilómetros entre enormes plantaciones de regadío, mientras suspirábamos porque alguno de los aspersores nos regara con su agua o por que apareciera alguna nube en el cielo.
Por el camino de Albarreal salimos hasta una especie de ermita, donde nos desviamos para tomar el camino de Cambrillos a Rielves, donde ahora sí, había unos aspersores que regaban una pequeña parte del camino, lo que aprovechamos para intentar ponernos debajo y refrescarnos un poco para llevar mejor "la torraera" que estaba cayendo, ya que nos encontrábamos en medio de la llanura castellana a eso de las dos de la tarde.
Proseguimos por el camino de Cambrillos hasta las cercanías de Rielves, donde a la sombra de un gran pino paramos durante unos minutos para refrescarnos y de paso cambiar las pilas al gps, que "se había muerto" unos metros antes.
Con una "pereza de muerte" por salir de debajo del pino a "la solanera", reanudamos la marcha tomando una vía de servicio asfaltada que transcurría en paralelo a la autovía A-40, por la que rodamos bajo un sol aplanador con Torrijos en el horizonte como si fuera un espejismo.
La vía de servicio nos llevó a enlazar con el camino de la Vega, por el que finalmente regresamos a Torrijos pasadas las tres de la tarde (con la fresca), atravesando las vías del tren para bordear el pueblo y dirigirnos al parking desde el que habíamos comenzado la ruta.
Y así llegamos a Torrijos deseando "asaltar" la nevera con la bebida fresquita, después de haber realizado la "Titán Torrijos" a "treinta y pico grados" y recorrer los más de 77 kilómetros bajo una torraera de impresión que nos dejó buen tono rojillo en brazos y piernas.
Como no podía ser de otra manera, a la sombrita de un par de plataneros vaciamos prácticamente la nevera de la bebida, reponiendo fuerzas con nuestro avituallamiento sólido habitual, que nos supo a "más que gloria" mientras comentábamos una ruta en la que su mayor encanto fue el recorrido por Toledo.


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