miércoles, 4 de marzo de 2020

Domingo 1 de marzo (Desempolvando el chubasquero)


Después de varios domingos de climatología “benévola”, en esta ocasión la jornada ha amanecido muy nublada, incluso con una fina lluvia cayendo a nuestra hora habitual de salida, lo que seguro ha influido para que alguno se quedara en casita. Aún así, nos hemos reunido en la Plaza Mayor un grupo compuesto por Eltiolavara, Horacio, Transcastro, Alberto y Rafa.
Como la mañana estaba para “entrar pronto en calor” decidimos poner rumbo p’al monte, así que el grupo echó a rodar con rumbo norte para dirigirnos hacia el antiguo camino de Pelayos de la Presa a Villa del Prado, por el que con Alberto en cabeza comenzamos a subir a un ritmo que rápidamente “nos puso las pilas”. Tanto fue así, que entre que la lluvia cesó y el calor de la subida, fuimos parando todos escalonadamente para “despojarnos” del chubasquero.
Tras la “relajada subidita” nos reagrupamos en el “alto” de la ladera del Cerro Rojo, donde nos tomamos unos segundos para recuperar fuerzas antes continuar ascendiendo unos metros hacia lo que llamamos “el mirador de Paco”, donde paramos a hacernos la “fotito de la jornada” para a continuación descender por un camino entre los pinos hasta la Cañada de Talavera.
Giramos a la izquierda y continuamos ascendiendo por la Cañada hasta enlazar con el camino de Valdenoches, por el que ascendimos hacia el cerro del mismo nombre para a continuación desviarnos por un sendero que recorre la cara norte del cerro Valdenoches, por el que al haberse “cerrado” por las jaras nos hizo “calentar” los dedos de las manos y las piernas a base de “varetazos” al ir golpeándonos con las jaras de los lados.
A pesar de los golpes, disfrutamos con un descenso que nos condujo hasta el camino que recorre la cara norte del cerro Valdenoches y del Alto de la Mira, el cual atravesamos para afrontar una “segunda parte” del sendero en la que tuvimos que poner “pie a tierra” en algunas zonas debido a la inclinación y las “roderas” de las motos.
Tras el descenso llegamos hasta la carretera M-501, pasando bajo la misma por un puente para a continuación bordear el pueblo de Pelayos de la Presa para dirigirnos hacia el monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias y desde allí al cerro de San Esteban.
Y allí comenzamos a ascender por senderos entre los pinos para dirigirnos hacia “Casa Quemada”, el bonito mirador desde el que se disfrutan unas estupendas vistas del embalse de San Juan y donde hicimos la “parada barrita” de la jornada.
Después de unos minutos de “charleta” y relax reanudamos la marcha para continuar disfrutando de los senderos del cerro de San Esteban, ascendiendo por unas lanchas de piedra para a continuación descender “disfrutando mogollón” hasta llegar al muro de contención del embalse, pasando sobre el mismo para después dirigirnos hacia la gasolinera de Pelayos de la Presa.
Bordeamos la nueva estación de tratamiento de aguas de Pelayos de la Presa y pasando después bajo la carretera M-501 nos dirigimos hacia la Cañada de Talavera, para cruzar la misma y ascender por un camino hacia el cerro de “La Loma de Las Labores” y desde allí descender de nuevo hacia la laguna que hay junto a la Cañada de Talavera para afrontar a continuación el ascenso por “las eses” con un fuerte viento que nos golpeaba de cara.
Tras un “sufrido” ascenso, llegamos al alto del cerro Rojo por donde habíamos pasado al comenzar la ruta y antes de comenzar a descender hacia el pueblo nos desviamos a la izquierda para tras pasar por una barrera recorrer el cerro de Los Lobos y descender por un empinado cortafuegos hasta salir de nuevo al camino de Pelayos a Villa del Prado, por el que ésta vez si que comenzamos a descender con dirección al pueblo.
Ya en las cercanías del pueblo y como es habitual, nos desviamos hacia el sendero que conduce hacia el depósito del agua, encontrándonos con la “sorpresa” de que se encontraba marcado y abierto para su “reconocimiento” el circuito de la prueba del Campeonato de Madrid que tendrá lugar el próximo domingo y que transcurre por una finca privada, con lo que aprovechamos la ocasión para disfrutar de un nuevo y divertido descenso por el circuito hasta llegar al pueblo.
A pesar de haber comenzado la mañana con lluvia finalmente sólo nos acompañó al inicio de la ruta, tomando su relevo el viento en una jornada en la que hemos disfrutado de bastante senderito realizando una ruta de unos 37 kilómetros en la que hemos sobrepasado los 1.100 metros de desnivel acumulado, lo que ha hecho que llegáramos “maduritos”.

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