Para la jornada de hoy tocaba una rutilla mensual,
esta vez por la zona de la localidad abulense de La Adrada, y como presagio de
lo que iba a ser el día, la mañana comenzó con el pinchazo de una rueda del
camión de Transcastro, donde iban a ir las bicis.
Con unos minutos de retraso sobre
la hora prevista de salida por el cambio de la rueda, partimos camino de La
Adrada mientas caía alguna gotilla que otra y sabiendo que la previsión meteorológica
no era muy buena precisamente. Sin parar de lloviznear en todo el camino
llegamos a La Adrada y tras los preparativos oportunos comenzamos nuestra
rutilla sin imaginarnos lo que nos esperaba.
Salimos de la Adrada rodando unos
primeros metros por carretera hasta desviarnos a la izquierda y continuar
ascendiendo por un bonito camino entre los pinos y los robles que nos llevó hasta una
carretera vieja que discurría por la ladera del monte con dirección hacia
Piedralaves. Abandonamos después la carretera y continuamos nuestra ascensión por
camino mientras veíamos como la lluvia se convertía en agua-nieve y después en
nieve conforme ganábamos altitud.
Llegó un momento en que con la
nevada que caía la cosa se empezó a "poner seria", ya que el
camino tenía una cuarta de nieve y costaba mantenerse sobre la bici, eso unido a que además ya teníamos todos los guantes empapados con la lluvia que nos había
acompañado desde abajo.
Aunque había algunas propuestas de
retroceder sobre nuestros pasos antes de que la cosa fuera a peor, continuamos
con la ruta prevista con la intención de que en cuanto fuera posible abortar la ruta y bajar hacia La
Adrada.
Tras continuar con el ascenso
bajo la nevada y la ventisca, comenzamos el peligroso descenso sobre la nieve
virgen, con la suerte de que un todoterreno que pasó nos dejó las rodadas
marcadas, por las que poder rodar con cuidado y sin salirse, porque era muy
difícil de controlar la bici.
Conforme fuimos bajando, de nuevo
la nieve se convirtió en lluvia, que unida al frío y a la velocidad de la
bajada, hizo que apenas sintiéramos las manos, con un dolor increíble en los
dedos y una "tiritera" de impresión.
Con las indicaciones de una
persona que iba en coche, conseguimos salir a una vieja carretera abandonada y
en muy mal estado por la que bajar hasta La Adrada, haciendo algunas paradas
para poder recuperar la sensibilidad en las manos, ya que "a duras
penas" podíamos frenar o sujetar el manillar de la bici. ¡¡¡¡¡Como sería
la cosa y como nos verían que casi en La Adrada una pareja de señores mayores
paró el coche para que Transcastro y Rafa se calentaran las manos en la
calefacción!!!!!.
Tras muchas penurias conseguimos
llegar hasta los coches, donde los previsores que teníamos ropa seca para cambiarnos
pudimos quitarnos toda la ropa mojada, secarnos y calentarnos las manos con las
mantas de cubrir las bicis.
Después haberlas pasado canutas,
nos volvimos para el pueblo con el único pensamiento de una ducha calentita y
sin abrir siquiera la nevera de las bebidas que llevábamos para tomar después
de la ruta.
Hemos tenido que abortar la ruta,
realizando únicamente unos 27 kilómetros. La zona era preciosa pero la climatología
nos impidió disfrutarla. Volveremos a intentar hacer la ruta en primavera
cuando haga mejor tiempo.
Así que lo que comenzó como
"que bonita es la nieve", se jodió en el momento en que estábamos
empapados, a bajo cero, congelados y tiritando, en una jornada de las que
quedarán para contar por las penurias y lo jodido que lo pasamos.
La mañana no empezó bien con el
pinchazo del camión, sería un indicativo de la que nos esperaba. Si es que como
dice el dicho "Lo que mal empieza........".
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